Capítulo 39

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Contuve el aliento y recorrí el bar con nerviosismo. Había venido a la carrera y el corazón me latía a cien por hora. Habíamos llegado a Londres hacía pocas horas y estaba hecha polvo, pero a su vez estaba ansiosa por el reencuentro.

Las divisé en una mesa que estaba cerca de la barra y comencé a correr en esa dirección.

—¡Chicas!

Dos pares de ojos se posaron en mí. Se levantaron al instante y vinieron a mi encuentro. Nos fundimos en un abrazo triple y noté mis ojos humedecerse.

—¿Por qué estás llorando? — me pregunto Carla con una sonrisa en la voz, y yo afiancé mi agarre en su cintura con los brazos, impidiendo que se separara de mí —. ¿Por qué está llorando?

—Ni idea — respondió Marina. A pesar de que permanecía con los ojos cerrados, podía sentir su escrutinio—. ¿Ha pasado algo?

Me separé de sus cuerpos y hallé la confusión en sus expresiones. Me enjuagué los ojos con el dorso de la mano y les dediqué una sonrisa tímida.

—Os he echado de menos.

Carla entrecerró los ojos y analizó mis movimientos mientras tomaba asiento en la mesa. Ellas me imitaron, quedando yo en medio de las dos. No pude evitar tomarlas de la mano, aún emocionada por el hecho de estar las tres juntas de nuevo tras tanto tiempo.

—¿Ha pasado algo? — indagó la rubia. No me pasó por alto el hecho de que estaba intentando esconder su preocupación.

—Han pasado muchas cosas, pero nada malo — admití en un susurro —. No me puedo creer que estemos juntas.

Al notar que había dos cervezas sobre la mesa, paré a un camarero que pasaba por nuestro lado y me pedí una para mí.

—Déjate de misterios y cuéntanos que tal la gira — explotó Marina finalmente.

—Emocionante.

—¿Emocionante? —La pelirroja arqueó las cejas y torció el rostro para verme mejor.

—Y estresante.

—Estresante — repitió Carla.

—¿En qué quedamos? — inquirió la otra.

—En las dos cosas — suspiré —. Es un aprendizaje constante y una de las mejores experiencias de mi vida. Pero, no sé. Creo que no me veo haciendo esto toda la vida.

Se miraron de forma fugaz e identifiqué la comprensión en sus semblantes cuando me enfrentaron de nuevo.

—Pero no es siempre así, ¿no? — dijo Carla tras carraspear —. Es decir, solo es así durante las gira, ¿no? — Me mordí el labio inferior y asentí —. Si sigues trabajando para la agencia seguramente el resto del año será bastante más tranquilo y llevadero.

Me aparté el pelo de la cara y suspiré de nuevo.

—No lo sé —. El agobio fue evidente en mis palabras.

—Bueno, no te preocupes — intervino Marina. La observé con atención. No lo había visto nunca con el pelo tan largo —. No es como si tuvieras que decidir que este será tu trabajo para toda la vida. Somos jóvenes.

Una sonrisa se adueñó de mis labios.

—Ben me dijo algo parecido — mascullé sin pensar. Sentí mis mejillas encenderse al ver como ambas de inclinaban hacia mí con interés.

—Así que Ben, ¿eh? —Me cubrí el rostro con las manos y asentí — ¿Qué pasa con él?

—Tampoco lo sé — me escuché contestar de forma atropellada —. Ayer me dijo que me quería.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora