Capítulo 35

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—El grupo telonero saldrá en setenta minutos.

La voz de Jake a través del walkie-talkie hizo que me sobresaltara. Miré la hora en el reloj y solté un suspiro ahogado.

—Oído.

Marc se posó frente a mí. Fruncí el ceño al descubrir que solo iba vestido de cintura para abajo.

—¿Y tu ropa?

Se cruzó de brazos y me dedicó una mirada socarrona antes de comenzar a toser.

—No sé dónde está— replicó tras unos segundos.

—Deja de fumar de una vez— comenté en voz baja.

—Sí, mamá.

Ignorando su comentario sarcástico, comencé a buscar los trajes que tenían que llevar esa noche y un sudor frío me recorrió la espalda al no divisarlos. Entonces, la realidad cayó sobre mí como un cubo de agua fría.

—Joder. Están en el maldito bus.

Marc soltó una carcajada despreocupada que acabó en un nuevo ataque de tos. El gesto de indiferencia que dibujó en su cara cuando se hubo recuperado hizo que me pusiera aún más nerviosa.

—Mierda, mierda, mierda— exclamé.

Cogí el walkie-talkie e intenté calmarme antes de hablar.

—Peter, necesito que vengas al camerino.

—Hoy la noto más tensa de lo normal— comentó Marc justo detrás de mí—. No deja de maldecir.

Se había sentado en una silla y Loui lo estaba peinando. Ben estaba justo a su lado y me penetró con la mirada tras escuchar las palabras del traidor de Marc.

—Te he oído, Peterson— dije en tono de advertencia.

Les di la espalda y solté otro suspiro. Últimamente había estado demasiado distraída y había abandonado mis obligaciones como parte del equipo de Plus. Aquello no podía seguir así.

—Ya estoy aquí— escuché decir a Peter tras irrumpir en el camerino.

—Necesito que me hagas un favor— susurré solo para que él me escuchara—. Me he dejado el maldito vestuario del concierto en el bus y necesito que vayas a por él.

Al ser parte del equipo de seguridad, le resultaría menos complicado cruzar parte del estadio, llegar a la salida y traer la ropa.

Contuvo una sonrisa y se inclinó hacia mí.

—¿El de los chicos? — preguntó con sorpresa, a lo que yo asentí con pesar, avergonzada—. El cantante te está distrayendo, ¿eh?

Entrecerré los ojos y respiré de forma pausada.

—Por favor—supliqué sin desmentir lo que acababa de comentar. Tras alborotarme el pelo de forma cariñosa, asintió—. Eres el mejor.

—Me debes una cerveza.

Entonces, se dio la vuelta y abandonó la estancia. Regresó al cabo de pocos minutos y no pude evitar recibirlo con un abrazo de oso. Le planté un beso en la mejilla al ver que sonreía con timidez.

—No hagas que me arrepienta— se quejó, sacudiendo los hombros para que lo soltara.

Tras unos segundos, lo liberé y le arrebaté los trajes de entre las manos. Los saqué de sus respectivas fundas y los colgué en la burra que había en un rincón.

El estadio de AFAS Live ya estaba lleno y el camerino estaba a rebosar de gente. Aquello estaba siendo caótico.

—Cuarenta y cinco minutos— me recordó la voz de Jake por el walkie-talkie.

Efectos secundarios [2.5].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora