X.- La razón para seguir amándote Camilo Madrigal.

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Cuando conocí a Camilo tenía 4 años, era un pequeña niña inexperta que no entendía de la vida ni de mucho menos la rara experiencia de enamorarse, o siquiera tener un amiguito. Cuando lo conocí mi corazón latía con fuerza y supe que siempre quería estar a su lado, corriendo, caminando o hasta escalando montañas, pero con él.

Era un niño torpe con sonrisa bonita y pelo calocho que me tenía embobada desde la primera sonrisa que me había regalado. Cuando mi madre me dijo que debíamos abandonar el pueblo sentí lo peor que una niña de 4 años podía sentir, un corazón roto por tener que abandonar al amor de su vida. Ella me dijo que volveríamos algún día entonces le prometí al chico con rizos castaños que me recordara, porque yo lo haría todos los días, así como una promesa que me hice a mi misma que algún día cumpliría, y así lo hice, llegué tarde, años después cuando el pequeño niño se volvió un hombre y yo seguía siendo la torpe niña que seguía enamorada del ricitos de chocolate, una versión moderna de ricitos de oro pero más guapo y yo lo amaba.

Pero antes de llegar al presente creo que debería contarles mi vida.

Mis padres se separaron cuando cumplí tres años, jamás conocí a mi padre, o al menos con vida, no. Mi madre para cerrar ciclos decidió que la mejor idea, en vez de cortarse el pelo como la gente normal, sería viajar, viajar por el mundo arrastrando a una niña que no tenía idea de la vida ni de qué mucho menos en un futuro se enamoraría de un chico toda la vida.

Cuando me despedí de Camilo no le dije donde iría, ni como localizarme o como encontrarme porque ni mi madre sabía dónde iríamos.

"El verdadero sabor de la aventura es no saber que nos espera al final del camino." Decía ella cada que abandonabamos un pueblo.

Cuando cumplí 12 obligaron a mi madre a volver a México, más no sabíamos que era el peor error que podían cometer sus propios padres.

En uno de los tantos viajes por el mundo en un lugar que yo no recuerdo ella había quedado embarazada, y pocos meses luego de llegar a México ella dió a luz a una hermosa niña a la que se me concedió el honor de ponerle el nombre yo. La llamé Anne, Anne García López, sonaba muy hermoso, tal cual lo era ella.

Unos meses luego de su nacimiento mis abuelos, junto con mi madre murieron en un asalto a mano armada, dirigida por mi propio padre. Él no supo cómo afrontar el abandono de mi madre entonces creyó que si él no la tendría, no la tendría nadie. Al morir ella, por la necesidad de buscarla por todos sitios el terminó con su propia vida también. Quedándome completamente sola, huérfana con mi hermana.

-Tranquila hermana, yo te cuidaré por siempre, lo prometo.

Poco sabía de lo que me esperaba luego en esa villa de México. Nos adoptaron la hermana de mi padre y su novio, los cuales eran los gobernantes de aquella villa, unas personas que parecían amables pero en realidad eran las peores que alguna vez conociste en tu vida.

Desde que nos adoptaron, cuidaron con su vida únicamente a mi hermanita, negándome por completo toda atención que necesitaba para seguir creciendo, yo era la torpe niña que solo estorbaba y estaba demás en un hogar que no la quería. Era tonta, estúpida, inútil, inservible y poco tiempo después deje de contar las noches en las que me quedaba dormida llorando ya perdiendo por completo la cuenta.

Posiblemente lo único que me mantenía en pié era mi hermana, y la tonta promesa que alguna vez le hice a Camilo Madrigal. Y tal cual como se lo había prometido, todos los días pensaba en él, fantaseaba con ser la princesa encerrada en la torre y él el príncipe que me rescatara de este maldito infierno, pero nunca llegaba, nunca lo encontraba. Él nunca estaba detrás de la ventana esperando para salvarme.

A tus brazos. Camilo Madrigal. Where stories live. Discover now