XIV

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Tenía demasiadas cosas que hacer, en mi cabeza no cabía por completo la lista de pendientes pero estaba seguro de que encontraría la manera de darle un espacio a cada actividad. Esa noche era la fiesta de bienvenida a los bebés que organizaba el pueblo, solía ser algo parecido a un baby shower, la gente regalaba cosas que podrían servirles a los bebés, como ropa, chupones, juguetes, entre otras tantas cosas. No era nada tan emocionante, iba dirigido más a a los niños del pueblo, se celebraba la vida, la juventud y a los niños.

Pero al mismo tiempo tenía la propuesta de matrimonio, cosa que no podría posponer; tenía demasiadas cosas planeadas para esa propuesta que, por más de que saliera todo mal, tenía una larga lista de planes desde a la "A" a la "Z", que siempre en todo caso a última hora todo servía.

Además al día siguiente era el cumpleaños del pequeño Juli, y acorde con Juliana que yo sería el payaso animador de la pequeña fiesta con sus amiguitos del pueblo, además de sus padres. Me sentiría muy mal si no llegasen a tiempo, o hasta si no lo hacen, el menor estaba emocionado por ese suceso desde la navidad pasada, cuando no llegaron ni en año nuevo, me tocó consolarlo con Alicia por exactamente dos días, únicamente terminó alegrandolo una torpe carta de disculpas de parte de ellos. Él los amaba, mientras que ellos seguían de viaje, ignorando las primeras necesidades de su hijo.

Traté de enfocarme únicamente en esa noche, corriendo en marcha el plan "A".

Fuí al cuarto de Isabela, di tres golpes en la puerta que tenía grabada su cara y su don, pero no abría nadie, di otros tres golpes, pero nuevamente nada. Me quedé esperando un poco impaciente un par de minutos hasta que volví a tocar, y al no recibir respuesta me rendí, creí que debía implementar el plan "B" de una vez pero escuché unas risitas acercarse a la puerta del otro lado, hasta que pude notar como a penas se abría, dejando ver únicamente los ojos de mi prima asomarse por la misma. Gruñó al notar mi presencia.

—¿Qué quieres Camilo? —preguntó ella en un tono de molestia.

—¿Qué haces? —pregunté de vuelta, algo curioso. Pude ver como abría un poco más dejando ver su rostro, y en el mismo una pequeña sonrisa picarona resaltando como siempre.

—Adivina con quien estoy. —soltó una pequeña risita. Levanté una ceja y abrí a penas la boca, actuando sorprendido luego de entender lo que estaba pasando dentro de aquel enorme cuarto.

—¿Camila? —ella asintió— y están... —volvió a asentir.

—Pero shhh. —dijo acercando un dedo a su boca.

—Cariño, ven ya. —se pudo escuchar a la novia de mi prima provenir del interior del cuarto.

—¡Ya voy cielo! —respondió ella, metiendo un poco la cabeza para verla, y luego solo pude escuchar un sonido de beso —Ya Camilo, ¿qué quieres?

—Si quieres vuelvo luego.

—Luego no te abriré la puerta.

—Está bien. —levanté las manos en señal de derrota—. Necesito un anillo. —ella levantó una ceja como no entendiendo mi petición.

—¿Un anillo? —asentí— ¿cómo para? —sonreí y suspiré tratando de encontrar las palabras adecuadas para no cortar el momento con su novia.

Isabela solía ser algo emotiva, amaba el amor, solía emocionarse bastante cuando de eso se trataba, ella daba demasiadas vueltas hasta que el acontecimiento terminaba, podía llegar a meterse muchísimo en el tema, más cuando ella no tenía nada que ver, eso la hacía muy feliz, aunque no solía gustarme mucho esa parte de ella cuando se trataba de mi, pero la necesitaba para eso, ahora sí se trataba de mi, y era un tema que me interesaba casi tanto como a ella, estoy seguro.

A tus brazos. Camilo Madrigal. Where stories live. Discover now