XX.- Así llegué a tus brazos.

5.2K 494 619
                                    

Llegué a vivir cosas que en mi vida esperaría siquiera imaginar, llegué a un punto donde más que vivir, sobrevivía en aquella casa en el centro de México, con una supuesta familia que nos traían de escobas y trapos sucios, una cosa que no merecía porque vivir. Llegar a Encanto fue lo mejor que me pasó hasta ahora y volver a ver a Camilo es una mezcla de emociones y sentimientos encontrados que amaba y odiaba al mismo tiempo. Me tenía harta que no me reconociera y por muchas noches pensé en cuanto cambié.

Mi cabello, mi figura, mi rostro, casi todo de mí en realidad.

Bueno, pasaron varios años, tal vez si debía darle la razón en ese sentido, la última vez que nos vimos no le di el tiempo suficiente para alcanzar a verme a detalle y memorizar mi rostro. Así que solo tenía una opción, ese lunar, era mi única oportunidad de que me reconociera y rezaba a cualquier Dios para el maldito niño que seguía amando recordara siquiera el lunar.

Lo sentí, obvio que lo sentí llegar detrás de mí en esa tarde en el río, junto a la pequeña gran cabaña en la montaña. No fue un error quitarme esa remera y fue completamente premeditado el hecho de no llevar nada de bajo y tal vez dobles intenciones se escondían detrás de esa tonta excusa. Grata fue mi sorpresa al verlo emocionarse, apurandose en cargarme entre sus brazos, formando un gran abrazo que, podría decir, fue hasta mágico de tantas cosas que alcanzamos a decir con ese simple contacto de piel. Tantos años lejos se reparaban con esa interacción, recogiendo los miles de trozos de mi corazón roto y uniendolos en algo nuevo, tan duro como el diamante y tan resistente como el oro.

Esos días en la cabaña fueron los mejores, sentía la tensión sexual que se formaba con frecuencia gracias a Camilo, y muy dentro de mi todo mi ser pedía corresponderle, hacer de ese reencuentro aún más mágico de lo que ya era, pero me daba miedo. Todo el contacto sexual que tuve desde los 10 años fueron más que abusos y cosas sin consentimiento, de lo cual no me atreví a hablarle, el resto sí pero ese tipo de cosas eran las que más temía revelar. Así que me limité a evitar aquellas interacciones que también deseaba pero me asustaba el hecho de que no me gustará, que pasarás cosas que al final me lastimaran, o que simplemente comenta un error, provocando en mi tanta pena con la que luego no podría luchar. La mejor opción para fue esa, evitarlo.

Eso no cambio que el resto de días la magia estaba en el aire, sus rápidos besos y sus cálidos abrazos me llenaban en cada oportunidad que él tenía y muy agradecida se los recibía, luego de mucho tiempo sentía esa tranquilidad que tanto anhele y en más de una noche creí que era un simple sueño el ser amada como él lo hacía.

Les contaré la verdad de aquellas vacaciones, eran una excusa para mantener a Camilo lejos de la casita mientras la fecha en la que Dolores traería al mundo a sus bebés se acercaba, cada vez más. Su madre me contó entre risas como casi golpea a Mariano en la cara el día que se enteró que sería tío, el simple hecho de creer que aquel bello hombre tocaba a su hermanita mayor era algo imperdonable para él, pero de todas maneras la felicidad en el se asentaba y llegaba a cada rincón de su ser, perdonando de a ratos a su cuñado, odiandolo desde las sombras. El chico de rulitos creía que daba miedo con las palabras que decía y las amenazas que lanzaba, no tenía ni idea que para mis ojos era un simple bebé que quería proteger a su hermanita de lo que era crecer para ellos dos.

Al llegar, Mirabel tenía los nervios a flor de piel, llegando hasta el punto de llorar por no saber cómo contener a Camilo fuera de la casita hasta que dieran la noticia de que ya habían nacido y podíamos pasar a verlos. Ahí me di cuenta de cómo aquel hombre amaba con locura a su familia, quedándose al lado de su prima mientras que ella recobraba la compostura, fijándose en cada detalle para no hacerla sentir incómoda, brindándole las necesidades que necesitaba en el momento. Solo pude sentir como el amor que ya le tenía crecía aún más con cada una de sus acciones.

A tus brazos. Camilo Madrigal. Where stories live. Discover now