XVI

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A penas notamos que la persona que toco la puerta era Mirabel, la abracé, entendiendo la razón por la cual ella no volvió a abandonar a abuelita Alma desde que comenzó su estudio como la próxima mediadora, ella sabía el pronto final y el gran luto que pronto se aproximaba para la familia Madrigal, y para todo el pueblo de Encanto. Ella me miró y me sonrió comprensiva apenas me alejé de ella, para luego ambos ir a abrazar a nuestra abuelita y llenar su rostro de besos esparcidos por donde nos plazca.

Y luego de esa tierna escena, me despedí, esperando que tan sólo fuera por esa noche y volviera luego con mi futura esposa junto a mi abuela, para recibir su tan esperada aprobación como tantos años lo he planeado desde niño. No tenía ni idea de dónde se encontraba _______, ni de cómo encontrarla, de todos modos mi primera parada no esa esa hermosa chica, sino Isabela.

La fiesta frente a la casita ya casi comenzaba, la gente iba llegando y a medida que los veía entrar y acomodarse los iba saludando, con mi toque mágico obviamente. Juliana, Alicia y hasta el pequeño Juli ya habían llegado, los había saludado y esperaban impacientes que llegara el gran momento de mi propuesta. Me sentí muy feliz al saber que los tenía a ellos allí conmigo, acompañándome en ese momento tan importante. Decidí limitar la información que había conocido recientemente y preferí dejarla allí, no evitaría el final del asunto pero no necesitaba presiones que me incomodaran en ese momento.

Busqué a Isabela. Subí nuevamente las escaleras al pensar que posiblemente ella seguía encerrada con su novia en su cuarto, pero la imágen que me encontré fue una cosa completamente diferente, tanto que sentí mis piernas fallar y mis brazos congelarse por la ansiedad del momento. Estaba hablando con mi abuelita, de la mano de su novia. Podía ver en el rostro de la mayor una expresión preocupada a medida que la mayor de los primos seguía hablando, no la alcanzaba a escuchar por completo pero si la rapidez de sus palabras. Estaba asustada, y como no estarlo.

Isabela escondía su romance con Camila por miedo a la desaprobación de abuelita, por miedo a su reacción y a otras tantas cosas que estoy seguro que no es necesario mencionar. Todo lo que lleva salir del clóset con la persona más grande de la familia.

Luego de varios minutos de la "chica perfecta" hablando, guardó silencio, y yo sentí miedo, estaba listo para saltar en cualquier momento y defender su amor pero la respuesta que recibió fue otra. Mi abuelita dió un paso al frente, aún con la misma expresión de hace unos instantes, pero fue reemplazada por completo por una gran sonrisa y hasta percibí lágrimas de felicidad caer por los ojos de la mayor, las abrazó, y tomó de las manos a Camila, dijo algo que nuevamente no pude escuchar pero si pude ver como selló esa aprobación con un abrazo a, la posiblemente, nueva integrante oficial de la familia Madrigal.

Una sensación de paz y felicidad recorrió todo mi cuerpo, quemando todo a su paso, logrando que me acercara al fin, con las emociones a flor de piel para unirme al festejo del amor que estaban creando ellas en ese espacio reducido del pasillo.

-¡La acepta! -exclamó Isabela al verme llegar.

Yo sonreí aún más grande y la abracé, felicitandola al oído para luego abrazar a Camila. Era una gran amiga y la mejor persona con la que mi primita podía estar.

-Eso si, me cuidas a mi nieta o verás. -amenazó abuelita levantando un dedo, casi asustando a la castaña. Ella asintió repetidas veces y nosotros reimos ante su acto. -Mi Isabela. -se acercó a ella -Para mi seguirás siendo la más perfecta.

-Abuelita... -sollozó, rompiendo por completo la distancia que aún las separaba, hundiéndose en un abrazo que fue suficiente para que los demás presentes nos largaramos a llorar.

Abracé a Camila fingiendo que la consolaba cuando el que necesitaba consuelo era yo. En ese momento entendí por completo a Dolores cuando estaba en esos días del mes en los cuales hasta matar a una hormiga la hacía llorar. Ver este tipo de cosas tocaba un nervio sensible en mi corazón que lograba que llorará hasta ahogarme en lágrimas. En algún momento la más baja subió sus brazos a mi cuello y yo tapé mis ojos con mis manos limpiando las lágrimas que no dejaban de caer.

A tus brazos. Camilo Madrigal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora