Prefacio.

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Desde pequeña, sabía que el mundo donde vivía no era un lugar seguro.

Mamá y papá hablaban siempre de lo importante que era quedarnos cerca de casa, no ir más allá, no explorar, no meterme en problemas.

En un mundo donde la civilización humana había sido reducida a casi nada, y los gobernantes eran seres sobrenaturales que te matarían o esclavizarían sin pensarlo, la mejor opción no era ir por ahí como si nada.

Tampoco es como que no hayan tenido sus razones.

Los humanos, cuando aún eran dueños del rancho, descubrieron que existían especies inteligentes a parte de ellos, sobrenaturales.

En lugar de buscar la pacífica unión entre especies, atacaron sin más.

Esos seres, al ser naturalmente más fuertes que nosotros, más inteligentes e incluso mejor adaptados, nos redujeron pronto.

Levantaron su propia civilización regida con mano de hierro.

El mundo ya no es un lugar apto para débiles.

No hay nada como la fragilidad humana.

Mamá, papá y yo vivíamos ocultos en una cueva, era poco el terreno al que podíamos ir sin preocuparnos demasiado.

Sabía que al este había un río, era la ruta de escape de emergencia.

Papá me enseñó como identificar a los lobos-hombre.

A diferencia de los vampiros, quienes atacan de noche y son sigilosos guiados por su audición o los brujos, quienes andan en grupo casi siempre y se anuncian con grandes artilugios.

Los lobos-hombre están guiados por su olfato, son cazadores, altos, de metro y medio en su forma animal.

Los blancos son los alfas.

Los marrones son betas.

Los grises son deltas.

Y los negros son omegas.

Estos últimos son con quiénes podría enfrentarme y salir bien parada.

No son tan especiales con la fuerza y la agilidad, su única ventaja es la transformación.

Y eso queda reducido a nada si los atacas con plata.

Mamá tiene una daga de plata que se ha heredado en su parte de la familia desde antes que todo el mundo se fuera al carajo.

Papá me ha enseñado a defenderme en caso de que lo necesite.

Ha pasado tanto tiempo desde que el mundo fue puesto de cabeza que muchas cosas se han perdido.

Cómo la esperanza.

La esperanza de encontrar más humanos que hayan logrado escapar de las manadas, humanos con los que podamos unirnos.

Mi mundo no es un lugar seguro...

No tenía esperanza en sentir seguridad jamás, tenía demasiado tiempo viviendo alerta que al encontrarlos a ellos no supe cómo sentirme.

Era extraño sentirme tan en paz en una casa de lobos.

Pero para entonces no tenía opción, eran ellos o morir en el bosque.

E.

Voten y comenten o me muero

Casa de lobosWhere stories live. Discover now