XXVIII

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-Arnab...-

Duncan, que hasta ese momento simplemente estaba sentado, inerte en una silla, se levanta sosteniéndose el costado.

Amanda lo observa atentamente.

Tal vez fue por el shock inicial, pero hasta ahora se ha dado cuenta que el lobo está también bastante herido.

Su corazón siente un poco de dolor, pero no se deja caer por la compasión.

Se sostiene con fuerza de la puerta frente a la construcción.

Amanda siente que, si se suelta, va a terminar de derrumbarse por completo, y no habrá poder sobre la tierra que la ayude a levantarse.

Duncan la mira con ojos realmente felices, como si el miedo lo hubiese torturado antes que el sufrimiento físico.

Tambaleante, se acerca poco a poco a ella susurrando su nombre.

Está muy mal herido.

-Arnab... Estás bien... Gracias al creador estás bien-

Johan, que sostenía a Estelle, la ha soltado sin importarle nada.

La beta se arrastra intentando alejarse de la escena.

Issa deja ir a los lobos que tenía sobre las brasas.

Los lobos, con el dolor cargando, se aceran tan rápido como pueden a Estelle.

Johan intenta acercarse más, pero Amanda grita, completamente asustada.

-¡NO DEN NI UN SOLO PASO MÁS EN MI DIRECCIÓN, NO SE ME ACERQUEN!-

Está al borde de un ataque de pánico.

Las dudas la invaden.

-Amanda... Tranquilízate, tenemos que hablar, pero primero tienes que calmarte- Dice Issa, dando pequeños pasos hacia ella –Estábamos muy preocupados, desapareciste sin más, nosotros...-

Amanda detiene el discurso de Issa.

-Ustedes... Mentirosos...- La mirada de Amanda refleja ira –Tienen que decirme la verdad-

Johan está temblando, Duncan, se sostiene de sí mismo con pena, e Issa, completamente calmado, habla.

-¿Qué es lo que quieres saber exactamente?-

Johan se da media vuelta, completamente derrotado.

Duncan mantiene su mirada en Amanda.

Ella observa a Estelle y a los otros lobos heridos aún en el lugar.

-Vamos a la casa primerio- Dice Amanda, dispuesta a poner un final a todo esto.

.

.

.

En la cocina, Amanda está sentada en el sillón.

Johan está de pie frente al ventanal, parece estar llorando.

Duncan está sentado en una silla cerca de todos, de vez en cuando se le escapa un quejido de dolor.

Issa está jugando con sus manos.

La chica se siente sumamente mareada, y todavía el estómago le da vueltas.

La ansiedad y el miedo la invaden, le aceleran el corazón y la obligan a no mirar a ninguno de los lobos.

Después de un rato, cuando logra reunir la fuerza necesaria, habla.

Interrumpe el silencio casi sagrado en el que todos se mantuvieron, pensando.

Casa de lobosWhere stories live. Discover now