XXI

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Amanda barre las hojas de los árboles que han caído.

El viento seco le raspa las mejillas.

Amanda se detiene para observar el paisaje café que se levanta con cuidado.

Inspira ese aire hasta que llena sus pulmones, y exhala calmadamente.

Amanda se dispone a seguir barriendo los retos de las hojas... Pero un ardor en la nariz se lo impide seguido de una gota fina de sangre estampándose contra el suelo.

Ella se limpia la nariz.

Tiembla un poco al notar su manga manchada del líquido rojo.

Al final, decide no darle importancia, y continúa barriendo las hojas que han caído para darle la bienvenida al invierno.

El invierno que pronto llegará.

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En la casa de lobos, es difícil encontrar momentos para pensar sin que alguien te interrumpa.

O al menos esa es mi impresión.

Comienzo a sospechar que Johan, Issa y Duncan se están turnando para vigilarme.

Lo que me molesta realmente.

Mientras dejo la ropa que termine de confeccionar en las respectivas habitaciones de los lobos, tomo nota mental de lo que ha cada uno parece gustarle a simple vista.

A Issa le encanta el orden, su cuarto está tan pulcro y meticulosamente ordenado que me da pena dejar que las prendas que coloco en su cama la arruguen un poco.

No parece que le gusten los adornos excesivos puesto que solo tiene un escritorio, un espejo de cuerpo completo, su cama y una mesa de noche con una vela encima.

Las paredes no tienen ni un solo cuadro o planta y se siente un poco obscura por los tonos fríos y obscuros que emplea.

Reviso el escritorio, está perfectamente limpio y solo tiene un par de libros encima.

Parece que en realidad es un hombre de gustos complicados.

Lo que me deja con pocas opciones.

Al salir de su cuarto, me dirijo al cuarto de Duncan, al entrar, noto totalmente lo contrario.

Duncan tiene su habitación repleta de muebles, figuras, algunas esculturas, viejas fotografías, un par de guitarras y el amontonadero más impresionante que he visto.

Hay incluso plantas muertas en algunos espacios.

Me rio un poco.

Dejo la ropa en el único lugar disponible, su cama tendida.

Al pasar por sus muebles, noto que realmente le gusta coleccionar cosas, tiene varios estantes con colecciones, algunas parecen incluso más valiosas que otras.

Hago una nota mental sobre la idea que acabo de tener.

Subo las escaleras del tronco de uno de los cuatro espacios de la casa.

Al abrir la puerta, un poco de nostalgia me golpea el corazón.

Esta fue la primera habitación donde pasé la noche al llegar aquí.

Parece que fue hace décadas, pero en realidad solo han pasado algunos meses.

Libros amontonados por el lugar, un tronco en medio de la habitación del que ahora cuelgan un par de masetas, un mueble largo donde Johan guarda su ropa, sobre él hay algunas fotografías y un par de cajitas, su cama, una silla-nido que debe ser nueva ya que está colgada del techo junto a su ventanal.

Casa de lobosWhere stories live. Discover now