XII

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-Mandy... Promételo, prométeme que vivirás, promete que buscarás una vida feliz-

Ella era solo una niña.

-Lo prometo papá, viviré una vida feliz-

El hombre se baja del bote, el agua fría le envuelve el cuerpo.

-¿Papá? ¿Qué pasa?-

El hombre le besa las manos a la niña.

-Volveré, lo prometo, voy a volver-

-Papá... No te vallas, no me dejes... Papá-

El hombre no desea dejar a su hija... Pero planea regresar, el amor de su vida sigue allá, no puede irse sin ella.

Así que hace una promesa que él sabe... No puede cumplir.

-Debes llegar a las cuevas, mientras vallas por el río estarás bien, Mandy, escucha, debes llegar ahí, mamá y yo te estaremos esperando ahí, debo ir por tu mamá, pero te prometo que regresaré-

-Papá... No... Por favor...-

El hombre suelta las manos de la pequeña.

Amanda flota, alejándose un poco más y más...

-¡Papá! ¡Llévame contigo!-

-¡Amanda! ¡Voy a volver, te lo prometo, espérame, voy a volver!-

La vista se le nubla por las lágrimas, el bote sigue flotando lejos, llevada por la corriente del río.

-Voy a volver... Lo prometo, volveré Mandy-

El grito desgarrador que se escuchó por todos lados.

-¡PAPÁ!- Más y más lejos -¡NO ME DEJES SOLA!- Perdiéndose en la corriente del río -¡NO ME ABANDONEN!-

.

.

.

Despierta con lágrimas en los ojos.

Se levanta de la cama mientras se talla el rostro.

Fue muy duro para ella por varios años.

Era una niña cuando todo se desmoronó.

Cuando esa manada los encontró.

Tuvo que huir para sobrevivir.

Y tuvo que dejar todo lo que conocía atrás.

Amanda sale de su habitación, camina por el pasto, la luna ilumina su andar.

La habitación de Johan, la de Duncan, la de Issa...

Sabe que los lobos la quieren y se preocupan por ella, pero hay cosas que son muy personales aun, hay cosas muy dolorosas que solo puede compartir consigo misma.

Su travesía por el río... Le llevó varios años encontrar las cuevas, y cuando pudo llegar a ellas...

Parte de su esperanza se perdió, porque mamá y papá no estaban.

Y esperó.

Esperó.

Por tres años intentando convencerse a sí misma de que, en algún lugar, debían seguir vivos.

De que quizá también les estaba costando trabajo encontrarla.

Por esa misma razón colocaba conchas en la orilla del río, esperando que, si sus padres pasaban por ahí, las reconocieran.

Casa de lobosWhere stories live. Discover now