VI

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Miedo...

-¡Amanda!-

Miedo... Profundo... Paralizador...

-¡Voy a volver, te lo prometo, espérame, voy a volver!-

Sangre...

Miedo...

Sangre...

-¡Mandy!-

-¡¡¡BASTA!!!-

Cuando despierta, está totalmente aterrada.

El miedo la hace temblar como hoja ante el viento, siente frío y unas inmensas ganas de llorar.

No pasa nada, solo fue una pesadilla, solo una pesadilla.

Se repite a sí misma mientras intenta, sin lograr mucho, calmarse.

-Amanda... ¿Estás bien?-

La cálida voz es de Johan, toca la puerta una vez más ya que parece que la primera vez no fue escuchado.

-Pasa...-

Aún tiene frío, el corazón se le va a salir del pecho, y sus lágrimas empapan todo.

Johan nota eso de inmediato, así que se acerca hasta ella.

-¿Qué pasó? ¿Te duele algo?-

Amanda no lo escucha bien, se siente demasiado aturdida, demasiado asustada.

Toma a Johan fuerte del suéter de lana que está usando, se aferra con tanta fuerza que Johan siente que le arranca la prenda.

Entendiendo que es un ataque de pánico, Johan la abraza de inmediato.

Libera feromonas que tranquilizan hasta a los más nerviosos omegas, no sabe si va a funcionar en humanos, pero aun así lo intenta.

-Todo está bien, estás conmigo, estás a salvo, no hay por qué tener miedo-

Johan la abraza con delicadeza, pero Amanda se aferra a él de una forma extraña.

Oculta su rostro en el suéter de Johan.

Él nota que está temblando demasiado, así que intenta arroparla y al mismo tiempo él mismo genera más calor.

-No te vayas, por favor, no me dejes sola... No quiero estar sola-

Johan la mese un poco, la mantiene segura tanto como puede.

Para él es la primera vez que se siente así con alguien... Así que no duda al hacer su promesa.

-Nunca te voy a dejar, Amanda... Nunca estarás sola mientras yo viva-

.

.

.

Cuando despierto, me siento increíblemente relajada.

Respiro profundamente, el aire limpio invade mis pulmones, llega a mi cerebro y me hace sentir como en el cielo.

Sería perfecto si estuviera lloviendo...

Abro bien los ojos.

Es entonces cuando lo siento... Un peso extraño en mi cadera.

Las memorias de lo que pasó anoche llegan a mi cabeza golpeándola con tal fuerza que hace que me duela.

Doy media vuelta con precaución.

Y ahí está él.

¿Siempre ha tenido un aire tan calmado?

Me sorprende la paz que emana de él, de Johan.

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