Casa de lobos

XI

-¡Amanda!-

Sangre... Gritos de dolor.

Pedazos de cuerpo que salen disparados.

-¡Amanda! ¡Sal de aquí!-

Gritos y gritos.

La niña corre, empapada de sangre.

Tiembla de miedo.

Pero aún así... Se sube en el bote que navega por el río.

Llevándola lejos de esa carnicería, alejándola del dolor.

.

.

.

Observo mi reflejo sobre la pileta de agua.

Mi cabello ha crecido un poco más.

Sin embargo, no siento necesidad de cortarlo nuevamente.

Ese el tipo de seguridad que he encontrado en la casa de los lobos, libertad...

Mi miedo, el que me ha mantenido viva por tanto tiempo, parece disiparse poco a poco, ya no siento que deba estar sobreviviendo.

De cierta manera... He comenzado a vivir.

-¿En qué piensas tanto?-

Issa acaricia mi rostro lentamente.

Mientras termino de arreglar la piel de ciervo que elegí convertir en una capa, lo observo.

Cabello blanco y ojos azules tan fríos.

Los lobos son realmente hermosos.

Coso la gorra de la capa y hablo calmadamente.

-Me gustaría que tú y los lobos se tomen una fotografía juntos-

Issa detiene el proceso de salar la carne para mirarme fijamente.

Sus fríos ojos parecen congelarme hasta los huesos.

¿El invierno está tan cerca?

-Eso va a ser un poco difícil-

Sigo tejiendo intentando fingir que no noto su cambio de humor tan drástico.

-Solo tengo que esperar a que los tres tengan un poco de tiempo libre-

Issa se limpia las manos con el trapo, su mirada sigue fija en mi.

-¿No sería mejor que juntaras las fotos que ya nos tomaste a los tres?-

-No es lo mismo, me gustaría capturarlos a los tres-

Issa se acerca.

El disturbio en la fuerza que siento me obliga a levantar la mirada en su dirección, Issa, con las mangas del suéter levantadas dejando al descubierto sus brazos, se acerca a mí con las manos cerradas en puños.

Tiene esa sonrisa...

Esa peligrosa sonrisa que me hace querer salir corriendo.

Cuidado Amanda, o el lobo te va a comer.

-¿Quieres a los tres?-

No sé porque el tono con el que me lo pregunta me hace sentir que estoy cometiendo algún error grave.

-Por supuesto-

La sonrisa de Issa se hace más grande, y con ello, más intimidante.

-Amanda- Issa me acorrala entre sus brazos -¿No crees que es mejor quedarte solo con un lobo?-

Su aroma a menta invade el espacio entre él y yo.

-¿Un... Lobo?-

Issa me olfatea.

-Cuando elijas...-

-¿Qué tiene que elegir Arnab?-

Duncan, en el marco de la puerta, observa con los brazos cruzados.

Issa se levanta, con su cuerpo, tapa mi campo de visión.

-Un lobo-

-Deja de jugar... Johan nos está llamando-

Me levanto para mirar a Duncan.

-¿Yo también?- Pregunto mientras coloco la capa en la mochila que Duncan hizo para mí.

-Sobre todo tú- Duncan me acaricia la cabeza mientras salimos.

Los lobos no se hablan en el recorrido... Me estoy empezando a acostumbrar a estas auras incómodas... Pero la curiosidad de saber qué les ocurre me sigue carcomiendo.

.

.

.

-¿Por qué nos dejaste entrar aquí?-

Issa observa el gran árbol en medio del jardín de los jazmines, la pregunta está dirigida a Johan, el lobo sentado en el tronco del árbol.

-Amanda quiere una foto de los tres, eso amerita que los deje entrar aquí-

Duncan se acerca de inmediato para sentarse junto a Johan, Issa se lo piensa un poco, pero termina cediendo.

-Arnab, siéntate con nosotros-

-Pero... ¿Cómo tomaré la foto entonces?-

Duncan señala a la copa del árbol.

Escondida entre ramas y hojas, una cámara descansa.

-Me tardé en repararla con su control remoto, pero lo he conseguido- Duncan me sonríe.

De inmediato me siento entre los lobos, quienes me sonríen antes de mirar a la cámara.

-¿Todos listos?-

Los chicos asienten.

-Uno-

Issa se pega más a mí en un movimiento posesivo.

-Dos-

Duncan me pica la nariz.

-Tres-

Johan me deja una flor de jazmín en el cabello.

Esa noche, en mi habitación, con la luz de la luna iluminando el retrato de madera... Me di cuenta de algo importante.

No creo ser capaz de elegir a ninguno...

Y peor aún.

Me aterra que ellos...

E.