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—Joder ¡Heather! Te están esperando en aquella mesa, nueva orden.

Mierda, mierda, triple mierda.

Camino hacia la chica que acaba de llegar al lugar

—Buenas noches, bienvenida a...

—Dame una hamburguesa triple y una cerveza.

Si tan solo me permitieras terminar.

A pesar de que el lugar es un restaurante de pizzas, barra cafetería, barra bar. Muchos vienen y piden hamburguesa, claro, ¿Por qué no? si es que está en el menú es válido.

Suspiro y hago el mayor esfuerzo para no maldecir en voz alta.

—Claro, desea agrandar su...

—No, apúrate —apunto su pedido en mi libreta y asiento con los dientes apretados. Me giro maldiciendo en voz baja —Deme una hamburguesa triple y una cerveza —imito la chillona voz de la clienta.

Camino a entregar la libreta con el pedido para que lo preparen.

Después de cinco minutos de espera me entregan la bandeja y antes de poder salir de la cocina alguien me intercepta en el pasillo.

—Después de apuntar la orden, vienes y recién los imitas e insultan si quieres, no lo olvides —me quedo paralizada al oír la voz de Andrew, un compañero de trabajo.

—¿Eh?

—Que la chica del pedido ya te escuchó, ¿A caso no notas que estás a un paso de donde está ella?

Mátenme por favor.

—Oh no.

—Oh sí. Venga, ve a entregar el pedido.

—No...

—Si.

—Por favor entrégalo tú —pido con suplica.

—Sabes que no puedo, es tu primera semana Heather, tienes que aprender que, aunque parezca un trabajo fácil, no lo es del todo y aunque te hagan el trabajo imposible tienes que ser amable con ellos.

—¡Es que es imposible! —me quejo.

—Lo es al principio, luego te acostumbras.

—No creo poder acostumbrarme a que sean groseros o que intenten mandarme —resoplo y camino a la mesa para entregar el pedido.

La chica del pedido me mira con cara de asco y hago el mayor esfuerzo para sonreír y no sacar mis instintos asesinos.

—Gracias por la preferencia, que pase buena noche, adiós —le entrego la bandeja y sin esperar respuesta me doy la vuelta y vuelvo a la barra.

• • • • •

Por favor no, hoy no. Solo quiero descansar. Estoy harta de esto.

Mis ojos se llenan de lágrimas al ver el papel que adorna el piso del pequeño cuarto que puedo rentar con lo que gano.

El mismo papel que han mandado tres semanas seguidas en el cual avisan que tendré que desalojar la habitación si no pago el mes esta semana.

Esto es lo que me pasa por decidir irme de casa de mis padres al cumplir los diez y ocho años, pero lo necesitaba, necesitaba irme de ese lugar machista y tóxico en el que vivía, aunque en cambio tuve que trabajar y pagarme los estudios universitarios por mí misma. No digo que no valió la pena, porque si lo valió, pero a costa de eso tuve que valerme por mi misma mientras estudiaba.

Suspiro antes de dejarme caer en la cama, la cual rechina haciendo que entorne los ojos. Tomo el móvil que me compré con mi primer sueldo hace algunos años, ya que mi padre me rompió el anterior móvil cuando aún estaba en secundaria al enterarse que estaba hablando con un compañero para hacer un trabajo de la secundaria.

Quizás algún díaМесто, где живут истории. Откройте их для себя