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Entramos a su departamento a toda velocidad, creo que en este momento ambos estamos buscando tenernos el uno al otro, lo que causa que Jayden detenga el ascensor haciendo que no se mueva más y me levante del piso, mientras rodeo mis muslos en su cadera y el me estampa contra la pared mientras sus labios chocan con los míos haciéndome jadear al sentir la presión de sus pantalones por la fina tela de mi pijama.

—Jayden... —jadeo halando suavemente de su cabello mientras inclino mi pelvis.

—Te juro que estoy a nada de follarte aquí mismo —masculla bajando sus besos y centrándose en mi cuello mientras su mano deja caricias en mi cintura.

—Oh mierda —me muerdo el labio cuando lo siento pasar su mano por mi centro encima de mi ropa.

El ascensor suena avisando que alguien quiere bajar así que doy un respingo separándolo de mí y cayendo de pie nuevamente.

Intenta tomar mi trasero divertido y le doy un manotazo.

—Compórtate.

—No.

—Jayden —rio cuando besa la comisura de mis labios y la puerta se abre revelando a una linda rubia que me sonríe con amabilidad.

—Buenas noches —saluda cuando estamos saliendo, Jayden la mira con expresión molesta y yo no entiendo nada.

Noto que la rubia mira a Jayden con una sonrisa, pero él la está acribillando con la mirada.

—¿Qué haces acá? —pregunta molesto.

—Tu padre me mandó.

—¿Y qué quiere el imbécil ese?

—Me dijo que mañana tienes que ir a su despacho.

—¿Y no pudo decírmelo él? —los miro como si fuera un partido de ping pong, inflando mi mejilla al recordar mi pijama ridícula y que voy sin zapatos.

Maldito rubio.

—No lo sé, pero...

—No te vuelvas a aparecer por acá, si Leo quiero algo que me lo diga él y no mande a sus arrastradas. Te puedes largar.

Lo miro con los labios separados, sorprendida por ver cómo le habla a la mujer que estoy segura solo ha acaparado una orden.

La mujer se va y yo lo quedo mirando con los brazos cruzados.

—Has sido un grosero con ella —mascullo pasando por su lado cuando abre la puerta de su apartamento.

—Se lo ha merecido.

—No sé quién es, pero estoy segura que no ha merecido que la trates así, eres un grosero. ¿Arrastrada? ¿En serio? —entorno los ojos cuando intenta abrazarme por la espalda.

—Es una mujer que lo único que hace es ir a rastras por Leo ya que su padre trabaja con el mío.

—¿Y? Sigue sin tener excusa que la hayas tratado como lo has hecho.

—Heather...

Inflo mis mejillas sin decir nada.

—Lo lamento...

—Conmigo no te tienes que disculpar.

—¿Y qué quieres que haga?

—Nada —mascullo.

—Dímelo.

—Nada —repito—, bien hagamos lo que vinimos a hacer.

No me dice más, toma mi mano y caminamos hacia su habitación. Me besa mientras nos dejamos caer en la cama y enredo mis piernas en las suyas cuando me quita la camiseta mientras yo me deshago de su camisa.

• • • • • •

Caigo rendida encima de Jayden, nuestras respiraciones agitadas son lo único que suena en la habitación.

Me deslizo a su lado cayendo en la cama y mirando el techo intentando poco a poco respirar normalmente.

—Joder —suspira Jayden desnudo en la cama.

Sonrío antes de levantarme tomando mi camiseta y pasándola por mi cuerpo.

—Iré al baño —aviso caminando y entrando al cuarto de baño que hay en su habitación.

Hago lo que tengo que hacer antes de lavar mi rostro, mirando mis mejillas enrojecidas en el espejo, mi vista baja por mi cuello que tiene dos marcas por los chupones de Jayden.

Imbécil.

Alzo mi camiseta y aprieto los labios al ver que en mis pechos también hay.

—¡Jayden! —salgo del baño y el me mira desde la cama con una sonrisita cuando ve que señalo mi cuello— ¿Estás loco?

—No lo sé, pero te ves muy sexy con esas marcas.

—No puede ser —mascullo— ¿Cómo se supone que tapare eso?

—¿Para qué taparlas? Que se jodan todos y que se den cuenta que eres mía.

Entorno los ojos volviendo a sentarme en la cama.

—Oye Jayden, quiero helado —digo sonriendo angelicalmente.

—Solo si no es de menta.

—Pero quiero de menta —hago un puchero.

—No.

Porfiii —bajo un poco mi cabeza y alzo mi mirada.

—No hagas eso.

—¿Qué? —pregunto con una sonrisita.

—Mirarme así.

—¿Así cómo? —paso mi mano por su abdomen hasta llegar a su masculinidad.

—Joder Heather.

—Si me das helado de menta te chupo la polla.

—Mierda —masculla cerrando los ojos cuando mi mano sube y baja lentamente.

—¿Entonces...?

—Sigue así —jadea.

Me detengo y el gruñe.

—Solo si me das mi helado de menta.

—Te traigo todos los del mundo si quieres.

Se levanta de la cama antes de salir a toda velocidad hacia el salón, no tarda en llegar con dos envases, uno de menta y una de vainilla junto a dos cucharas, extendiéndome el mío y sentándose junto a mí en la cama.

Lo miro sonriente dejando un beso rápido en sus labios.

—Gracias.

—¿Cuáles gracias? Me tienes que chupar la polla.

—Ajá.

Sigo comiendo mi helado hasta que lo veo pensando en hacer algo, joder. Vaya que nunca pensé que se me ocurriría algo tan excitante como lo que estoy maquinando.

Dejo mi helado de lado antes de sentarme a horcajadas sobre él, chocando mi feminidad con su miembro desnudo.

Tomo un poco de helado mientras lo paso por su pecho antes de chocar mis labios con la zona, deslizo mis labios y mi lengua jugando mientras escucho su respiración agitada.

—¿Puedo seguir? —pregunto cuando llego a su abdomen.

—Soy todo tuyo castaña —una sonrisa pícara se extiende por sus labios antes de que yo repita el proceso del helado en su abdomen. 

Quizás algún díaWhere stories live. Discover now