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Heather Levine

Abro mis ojos lentamente mientras tapo mi boca al bostezar, miro a mis lados y el rubio no se encuentra conmigo, me estiro en la cama antes de levantarme y caminar al cuarto de baño para poder tomar una ducha rápida, me envuelvo en una toalla y tomo otra camiseta de Jayden junto a unos boxers de su cajón y me visto rápidamente, salgo de la habitación descalza y corro a la cocina al oler el delicioso aroma a café.

—Buenos días —murmuro abrazándolo por la espalda, reposando mis manos en sus abdominales.

—Buenos días castaña —dice dándose media vuelta y quedando al frente mío, besa mis labios y cuando siento que el beso está por intensificarte lo detengo.

—Se quemará el desayuno —digo empujando su pecho de manera juguetona.

—¿Te he dicho lo bien que te ves en mi ropa? —pregunta dándome media sonrisa mientras deja una antes de girarse a seguir con lo que cocina.

—Sí, pero igual gracias —me siento en el taburete de su lado y me centro en la imagen digna de admirar que da al estar sin camiseta y con el cabello desordenado mientras cocina.

Paso mi vista por su cuerpo y no puedo evitar sentir la tensión que se arma en mi vientre al ver la erección que se dibuja en su pantalón de pijama.

—Se te va a caer la baba —dice pasando su dedo por la comisura de mis labios.

—Nunca pensé que a alguien se le vería tan bien un pantalón de pijama —dice mordiendo mi labio lentamente.

—Soy Jayden Harris, todo me queda bien castaña.

—Aja...

—Ahora come —me extiende el plato con el desayuno—, tenemos que salir temprano de aquí para que puedas hacer tus maletas.

Asiento mientras el comienza cortar frutas para ponerlas en otros dos platos más pequeños y sentarse a mi lado para comer. Me extiende una taza de café y lo endulzo antes de comenzar a comer mientras hablamos de cosas triviales.

• • • • • •

—¿Estás segura? Pensé que estaban mal —dice Agus mirando a Jayden que está detrás de mí.

—Sí, no te preocupes ya conversamos y arreglamos las cosas —asiente lentamente.

—Bien, pues que les vaya bien, sabes que cualquier cosa me puedes llamar.

—Lo sé, gracias Agus —lo abrazo— te quiero, nos vemos en unos días.

Asiente y se despide de Jayden antes de que el rubio y yo salgamos de casa mientras él lleva mi pequeña maleta y nos subimos a su auto.

—Él te quiere mucho —dice mirándome.

Sonrío asintiendo.

—Nos queremos mucho, es como mi hermano y siempre me ha protegido de todo, sé que a veces parece que no confía en ti, pero tiene miedo de que me pasé lo mismo que me pasó con Oliver —explico apoyando mi cabeza en respaldo del asiento.

—Entiendo —no decimos mucho más realmente.

Su mano se posa en mi muslo mientras maneja el auto hasta llegar al aeropuerto.

—Buenos días —saludo educadamente al hombre que se acerca a el auto para ayudarnos a sacer las maletas y llevarlas dentro del lugar.

—Buenos días señorita —hace un movimiento de cabeza formal y se pierde con las maletas antes de volver y tomar las llaves del auto que Jayden le extiende, el rubio y yo caminamos dentro del aeropuerto y cuando estoy a punto de decirle que tenemos que realizar el procedimiento de llevar las maletas a embarque y eso, habla.

—Vamos castaña, el avión ya está listo.

—¿Pero si ni siquiera hemos entregado pasajes y eso?

—Iremos en avión privado.

—¿Pri... vado?

—Así es.

—Pero... Bien, no digo nada porque realmente no sé qué decir, así que solo te sigo —toma mi mano mientras caminamos hacia los exteriores donde se encuentran los aviones y una mujer se nos acerca para indicarnos donde se encuentra el avión privado que Jayden ha mencionado.

—Pueden ir por ahí —nos indica—, sus maletas ya están embarcadas. El viaje empieza cuando ustedes lo deseen.

Jayden la ignora y yo agradezco mientras comenzamos a subir en el avión.

—Deberías de ser más educado —digo recostando mi cabeza en su hombro cuando tomamos asiento.

—¿Qué?

—Un gracias no es tan difícil de decir.

Me mira con los ojos entrecerrados y rio negando con la cabeza mientras él deja caricias en mi espalda.

—Buenos días, el día de hoy seré el que los atenderá en el vuelo, si desean algo de tomar, comer o alguna otra cosa no duden en tocar el botón arriba de sus asientos y en menos de cinco segundos ya estaré aquí ¿Por el momento desean algo de tomar?

—Un whisky —habla Jayden mirándome esperando que diga algo.

—Un agua helada estaría bien, gracias.

El chico asiente y se dirige dentro de la cabina, no tarda en volver con un mini carrito donde tiene las bebidas, nos las extiende y las tomamos.

—Que tengan buen viaje —se retira y abro mi botella tomando un sorbo del refrescante líquido.

—Aun no me has dicho donde iremos exactamente —comento mirando sus lindos ojos verdes.

—Te dije que sería un lugar con playa.

—Sí, pero quiero saber dónde es que iremos.

—Lo sabrás cuando lleguemos.

Suspiro divertida y me centro en cerrar los ojos intentando relajarme he insistir en saber cuál será el destino.

Nunca me he impresionado por el dinero de un hombre, porque en mi infancia y adolescencia siempre lo tuve a pesar de todo lo negativo, pero con Jayden es imposible no asombrarse, y no de una manera interesada, me refiero a una más de "Wow, tiene dinero y se puede notar a simple vista, pero no lo confirmas hasta que te lo diga" Supongo que eso no tiene sentido, pero yo lo entiendo.

—¿Qué hora es? —pregunto a Jayden ya que mi móvil está apagado y olvide ponerme mi reloj.

Ve su muñeca donde se encuentra el reloj.

—Ocho y cinco.

—Mierda —mascullo—, la pastilla —rebusco en mi bolso hasta encontrar la cajita con las pastillas y abro sacando una poniéndola en mi lengua antes de tomar la botella de agua y pasarla.

Estas últimas semanas he logrado tomar las pastillas a las mismas horas todos los días y así no perder el ritmo, pero hoy se me pasó, no creo que esto afecte en algo o al menos eso espero.

—¿Ya está? —pregunta el rubio posando su mano en mi muslo.

—Sí, solo me pasé unos minutos. No creo que eso afecte en nada—digo—, he sido muy puntual con las pastillas estas últimas semanas así que por un día no pasa nada.

Asiente mientras me mira con atención.

—¿Pasa algo? —pregunto.

—Necesito entender cómo es que siempre te ves jodidamente caliente.

—¿De qué...? —no termino de hablar porque su boca ya está sobre la mía, mientras me acerca a su cuerpo. 

Quizás algún díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora