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Jayden está sentado frente mío, con la mirada fija en mis ojos mientras muevo mi pie con impaciencia. Estamos esperando que llegue la comida que hemos pedido. La noche está fría y el que ambos estemos en silencio sin emitir ningún sonido solo mirándonos, hace que quiera gritar.

—Entonces... —carraspea—, háblame de ellos.

En mi mente se reproducen imágenes de mis pequeños siendo lo mejor que me ha pasado en la vida, e inmediatamente en mi rostro se dibuja una sonrisa.

—Ellos... ellos son lo más increíble que me pasó en la vida. Son mi vida —suspiro— Juliette es...

—¿Juliette?

—Juliette y Jared, son sus segundos nombres.

Asiente lentamente con una mueca en sus labios.

—Como decía, Juliette es muy activa, inquieta he increíblemente insistente. No le gustan las verduras ni el helado de menta, es un insulto eso —murmuro con una sonrisita recordando a mi pequeña—. Le encantan las letras y odia los números, habla muchísimo, ama los carritos de carreras y ama el chocolate. Jared... Bueno, a él le gusta que lo llamen Hunter, Hunter es tranquilo y siempre busca la paz, es él que me avisa de todas las travesuras que hace Hayley. Él ama el helado de menta, ama los números, tampoco le gustan las verduras... aunque se las come porque bueno "Mami las prepara" —digo su típica frase cuando intenta aconsejar a su hermana de que las coma también—. Son los niños más hermosos que me ha pasado en la vida y no sé qué haría sin ellos.

Suspiro sintiendo mis manos levemente temblorosas por el rostro de Jayden, leve mueca de dolor y ojos sumamente rojos.

—Me he perdido de tantas cosas —dice pasando su mano por su rostro.

—Cada quien elige su destino Jayden.

—Yo no quería...

—Explícalo entonces, no me cabe en la cabeza como alguien como tú, o al menos el Jayden que yo creía conocer pudo hacer eso. Como el Jayden decidido permitió que lo manejaran de esa manera, dejando de lado lo que creí que sentías por mí, como es que el Jayden que conocía dejó que pasaran por encima de él de esa manera...

—Lo hice por nosotros.

—No había un nosotros Jayden, siempre fui la trampa y me tocó enterarme de eso meses después de que hayas desaparecido de mi vida. No hablemos de un nosotros que nunca existió.

—Claro que hubo un nosotros, siempre lo hubo y siempre lo habrá Heather. No mentí cuando te dije que eras el amor de mi vida... y nunca fuiste la trampa, jamás.

—No te creo, yo sé lo que vi.

—Viste televisión basura que solo creaba rumores.

—La mujer que salía en esos reportajes era tu prometida en ese momento y supongo que esposa ahora.

—Allie nunca fue mi prometida.

—Lo anunciaron el día que me ibas a presentar con tus padres y me ibas a anunciar como tú prometida... o al menos lo que yo creí que harías.

—Lo iba a hacer.

—Pero anunciaste a Allie.

—Me obligaron a hacerlo.

—¿Quién?

—Su padre.

Intento hablar, pero él me detiene tomando mi mano por encima de la mesa.

—La empresa entro en quiebra por un mal balance de una sede, mi padre pensó que sería buena idea buscar ayuda de los Durand. Ellos ofrecieron dos opciones, o pagarles un porcentaje de lo que estábamos perdiendo, lo cual era imposible porque todo iba en deceso, o la más jodida asquerosa que era casarme con Allie. Era lo único que podía hacer, era lo que tuve que aceptar el mismo día que era el evento. Cuando estábamos de viaje recibí la llamada de Allie diciendo que me tendría que casar con ella, me negué mil veces y no tenía pensado aceptar el trato hasta que llegamos a la ciudad y me informaron que mi padre ya lo había aceptado. No podía cambiar nada.

—¿Te casaste con ella?

—No castaña.

—¿Qué hay de su embarazo? —pregunto en un susurro sin saber por qué. No debería de importarme.

—El niño no era mío. Nunca folle con ella. El que su padre quisiera que su hija se casara, era porque Allie llevaba una vida loca y no sabía de quien había salido embarazada, necesitaban un padre para el niño, el cual nunca fui ni quise ser. Porque ni siquiera me importaba ella ni nadie que no seas tú.

—Es imposible creer que me quisieras a mi cuando me mandaste por un tubo al enterarte que estaba embarazada.

—Estaba asustado Heather, si no aceptaba casarme con Allie no iba a poder darte o darles a ti y a mis hijos la vida que se merecían, no hubiera podido ser servible en ese momento. De amor no se come y eso lo sabemos muy bien.

—Si tan solo... si tan solo hubiera sabido eso y no me hubieras echado de tu vida como lo hiciste, podría al menos haberte entendido, aunque sea tan solo un poco...

—Nunca pensé que no lo harías.

—¿No hacer qué?

—Abortarlos.

—Pasó por mi mente por unos mini segundos, pero no lo hice, me juré darles la vida que se merecen y ser fuerte por ellos. No quiero romantizar la idea de ser madre, porque no fue ni es fácil, pero me esforcé y ahora no me imagino mi vida sin ellos.

La comida llega antes de que él responda algo así que nos centramos en la persona que sirve los platillos y cuando se retira subo mi mirada y los ojos de Jayden siguen en mí, ni siquiera se han despegado en ningún momento.

—Quiero ser parte de sus vidas.

—No te negaré eso Jayden... no puedo hacerlo, aunque quiera no puedo.

—¿Aunque quieras?

—No estuviste presente durante muchos años, te fuiste dejándome... dejándonos como la peor mierda, y ahora vuelves esperando ser parte de sus vidas como si nada, una parte de mi quiere negártelo para que veas que se siente ser despreciado, pero simplemente hay otra parte en mí que no puede, que sabe que no soy el mismo tipo de persona que tú.

—Carajo Heather... —su expresión se contrae como si lo hubiera abofeteado múltiples veces y yo no puedo más, decido terminar de decir todo lo que tengo que decir cuando su mano busca de nuevo la mía y la oculto bajo la mesa para no sentir la calidez de la de él.

—Podrás ser parte de sus vidas, pero te pido por favor que esto vaya en serio, que los tomes en serio y que no sea cosa de unas semanas hasta que te aburras. Si los quieres conocer y que sepan que eres su padre, lo harás, pero si les rompes el corazón largándote cuando menos se lo esperan tal como lo hiciste conmigo juro que soy capaz de desaparecerte de la faz de la tierra. Así que después de saber eso ¿Sigues queriendo conocerlos?

—Seguirá siendo un sí.

—Bien, el miércoles a la una de la tarde, en la heladería central. Se puntual —me levanto de la mesa y no digo nada más, salgo del restaurante a pasos apresurados mientras tomo un taxi y le indico la dirección de la zona donde vivo.

Quizás algún díaWhere stories live. Discover now