Capítulo diecisiete: Nostalgia.

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Nunca me voy a cansar de agradecer cada comentario, cada voto y la compañía en cada capítulo, no se dan una idea el mimo que significa para mí y por supuesto el impulso para poder continuar escribiendo, que es lo que más me gusta hacer. He aquí, un nuevo capítulo, que como siempre... ¡Espero que les guste! 

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En la oscuridad de aquella habitación Olivia acariciaba el cabello de su hijo, mientras éste dormía plácidamente acurrucado en su pecho. Su cabeza le pedía a gritos un descanso, pero después de aquel día cargado de muchísimas emociones se le tornaba imposible a la mujer poder dormir y descansar. Aún podía sentir el perfume de Elliot impregnado en su piel, aun podía recordar lo bien que la había pasado a su lado haciendo el amor, o teniendo sexo, ya ni siquiera sabía cómo definir aquel maravilloso momento íntimo que habían compartido. La respiración tranquila de Santino la llevaba a recuerdos que más de una vez había visitado en soledad, y que, más de una vez le habían hecho bien.

(Flashback)

El ruido del timbre parecía fastidiarla aún más, las náuseas aquella mañana habían sido imparables y cualquier cosa que quiso comer Olivia lo vomitaba en el baño. Su malhumor aumentaba considerablemente, y agradecía ese día no ir a trabajar, de verdad que no podría aguantar un minuto en ese estado entre esas cuatro paredes sumergida en papeles.

—¿Quién es? —Preguntó Liv, antes de abrir la puerta, era raro que a ese horario de la mañana recibiera visitas.
—Yo, Elliot. —Respondió él del otro lado de la puerta, Olivia suspiró y le abrió— Hola.
—Hola, pasa. —Luego de invitarlo a entrar se corrió a un costado y Elliot entró a la casa, segundos después Olivia cerró la puerta.
—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Te noto muy pálida.
—Estuve con náuseas toda la mañana, y no pude comer nada porque todo lo vomito, pero lejos de eso estoy bien. Siéntate ¿Quieres tomar algo?
—Agua está bien.
—Enseguida vuelvo.

Mientras Elliot se sentaba en el sillón Olivia se dirigió a la cocina en busca del vaso con agua, al volver se sentó al lado de ese hombre y le entregó la bebida.

—Gracias. Ten. —Pronunció él mientras le entregaba un paquete de galletas. Olivia las tomó en sus manos confundida— Mi mamá me dijo que ayudan contra las náuseas, quizá te sirva.
—Muchas gracias. ¿Cómo está Bernie? —Sonrió ella apenas.
—Bien, está muy contenta, desde que le he contado del embarazo no para de tejer cosas para el bebé, y de llamarme preguntando cómo está todo. —Respondió Elliot masajeando su nuca con una tímida sonrisa en su rostro.
—¡Que lindo! Am.... Y ¿Tú cómo estás?
—Bien, un poco cansado, anoche nos quedamos hasta tarde cerrando un caso.
—Lo imagino, son agotadores. —Comentó Olivia y Elliot asintió con su cabeza, ambos sabían cuán cansadores podían ser este tipo de casos tan largos y complejos.
—¿Está semana te toca la consulta con el obstetra? —Indagó él cambiando de tema.
—Si. A las diez de la mañana el viernes.
—Perfecto, am... Te traje esto. —Pronunció Elliot entregándole un pequeño paquete de regalo, Olivia lo tomó entre sus manos y lo miró— Lo vi antes de venir aquí y me gustó mucho, espero que a ti también.

Con delicadeza la mujer abrió el paquete llenándose de emoción al ver el contenido, allí había un enterito en tono blanco y un marrón clarito decorado con ositos, un babero y un gorrito. Con las yemas de sus dedos Olivia acarició la suave tela con una sonrisa en su rostro, aún no podía creer que sería mamá, le costaba creer que tendría un bebé, sin embargo, ahí estaba acariciando la primera ropita que su bebé recibía de regalo. Todo se volvía tan significativo para ella, tan emocionante, y no podía evitar cuánto le gustaba que el primer regalo que recibía su pequeño venía de parte de su papá.

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora