Capítulo veinte: Verdades que duelen.

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Carisi había entrelazado sus dedos con los de la rubia intentando calmarla en medio de tanta tensión que reinaba en el ambiente, podía sentir como Amanda temblaba, y no podía emitir una palabra ante la presencia de Olivia Benson, su jefa y amiga.

—Mandy. —Pronunció Carisi en un susurro, ella respiró profundamente y sujetó con algo de fuerza la mano masculina intentando que él no dijera nada.
—Rollins, ven acá. —Ordenó Olivia con una seriedad que Amanda desconocía, nunca la había visto así y no sabía que podía ocurrir, que podía llegar a decirle.
—Ve. —Pronunció Amanda dirigiéndose a Sonny, lo mejor era que se fuera para poder charlar con Olivia.
—No quiero dejarte. —Afirmó él, mientras la rubia que giró su cabeza para mirarlo negó con su cabeza.
—Ve, todo estará bien. —Le pidió Mandy mientras se alejaba de él. Carisi suspiró y se marchó intranquilo, no deseaba que la rubia, aquella mujer que amaba pagara las consecuencias de sus actos en soledad.

Una vez que estuvo sola frente a Olivia pudo notar que la tensión crecía cada vez más, decidió acercarse tímidamente a la castaña intentando interiormente convencerse de que no estaba haciendo nada malo, su jefa y amiga no dejaba de mirarla mientras esperaba a que Amanda dijera algo que pudiera explicar lo que estaba pasando.

—Liv. —Pronunció Amanda queriendo romper aquel silencio incómodo. Un extraño nudo se generó en su garganta. ¿Cómo explicarle a Olivia lo que ocurría y lo que sentía por Carisi?
—¿Qué es lo que estás haciendo Amanda? —Indagó con evidente enojo la castaña, sin poder entenderla. Consideraba que lo que estaba ocurriendo era una locura.
—Nada. —Susurró la rubia, como si eso fuera una respuesta esperable, como si eso fuera suficiente para calmarlo todo.
—¿Cómo que "nada"? ¿Te das cuenta la estupidez que estas cometiendo?
—No es una estupidez Liv, no lo es. —Se defendió Amanda ante las preguntas acusadoras de Olivia.
—¿Cómo qué no? ¡Estas metiéndote con un delincuente con un alto prontuario delictivo!

El tono de voz que Olivia estaba usando lograba de alguna manera cohibir a la rubia, quién agachando su mirada buscaba en su mente las palabras indicadas para poder expresarse, e intentar calmar la situación, aunque temía que ella no lograría entenderla, a pesar de que era su mejor amiga, a pesar de conocer su historia. Tenía que convencerse de que no importaba lo que ella dijera, nada arreglaría lo que Olivia consideraba un error.

—Yo lo sé, pero no es lo que parece, lo juro.
—¿Qué es lo que intentas justificar Amanda?
—No intento justificar a nadie, intento defender lo que siento, y sé que no lo entenderías. Lo amo Olivia, sé que no vas a entenderlo, pero es lo que me pasa y soy feliz junto a él.
—¡Estas cometiendo un grave error! ¿En qué estabas pensando? Él puede hacerte cualquier cosa y tú estás aquí intentando defender lo que no se puede.
—¡No es así! ¡No!
—Te juro que intento entenderte, pero no puedo Amanda. Nunca pensé que fueras capaz de cometer semejante locura, semejante estupidez. —Pronunció Olivia decepcionada ante la insistencia y la terquedad de su mejor amiga, no podía creer que ella fuera capaz de meterse con un hombre así.
—¡No lo entiendes ni vas a entenderlo nunca porque tú nunca escuchas! —Se defendió Amanda elevando el tono de la voz buscando defenderse de las crueles palabras que Olivia, sin motivo aparente le estaba diciendo. La castaña la miró y supo que nadie podría frenar a la rubia.
—¿Yo no escucho? ¡He pasado meses enteros escuchándote! Meses enteros intentando cuidarte y ayudarte a que puedas salir adelante. ¿Qué estás diciendo? —Preguntó Olivia en tono de defensa, juraba que en ese instante no reconocía a su mejor amiga.
—¡Siempre te lo agradecí! Pero decidí oír a mi corazón, algo que ni siquiera tú haces. Pasas brindando consejos a los demás, creyendo que eres brillante para solucionar problemas y ni siquiera sigues tus propios consejos, ni siquiera intentas arreglar tus propios problemas. Hace tiempo que por eso haces sufrir a los que más amas, simplemente porque no aceptas que amas a Elliot y que estás enamorada de él, ¿Y sabes por qué? Porque tienes miedo, porque eres una cobarde Olivia. Una cobarde.

Las crueles palabras de Amanda fueron tan certeras como una puñalada directa en el corazón. Una vez que ella había comenzado a hablar era imposible frenarlas, y el resultado de ello fue el quiebre de un corazón, fue el dolor que sintió Olivia a causa de cada palabra, fue el enojo que le provocó darse cuenta que quizá la rubia tenía razón, aunque le costará admitirlo, porque hacerlo, aceptar que había lastimado sin intención a mucha gente se tornaba una cruz pesada de llevar, un peso que la castaña no estaba lista de poder cargar.

Inevitablemente los ojos chocolate de la capitana se llenaron de lágrimas cargadas de dolor, de confusión, de angustia. Ya no importaba que aquella mujer que aún consideraba su mejor amiga la viera en ese estado de debilidad, no le importaba nada. Amanda, que podía ver a una Olivia completamente dolida suspiró profundamente intentando recuperar la respiración, parecía que había corrido una mataron de muchos kilómetros, y el calor que abordaba su cuerpo era increíble, pero todos los sentimientos que golpeaban su interior la llevaban a no decir nada más, y a exteriorizar todo en lágrimas que caían una detrás de la otra, en ese instante se desconocía y era imposible salvar el abismo que se había abierto entre las dos. La pregunta fundamental era... ¿Habría alguna solución?

—Olivia. —Susurró Amanda, como si tuviera el poder de arreglarlo todo, pero Olivia sin decir nada se aferró a su cartera, y dándose la vuelta comenzó a caminar, sin dudas lo mejor era volver a casa.


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Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora