Capítulo veintidós: Invitación.

295 30 2
                                    

¡Holaa! Que lindo es estar por aquí. Nuevo capítulo... ¡Espero que les guste! 

✍✍✍✍✍

La pregunta de Santino fue capaz de encender ese amor tan puro que Olivia sentía hacía él, independientemente de lo que pasaba a su alrededor ella sabía que siempre contaría con su pequeño, y sabía que ese amor infantil tan mágico y especial estaría siempre para sanarla y para hacerle encontrar el camino cada vez que se sintiera perdida.

—Nada mi amor, nada grave.
—Te veo triste y no me gusta. —Pronunció Santino frunciendo el ceño mientras que Olivia acariciaba su cabello.
—Lo sé, pero prometo que pasará prontito.
—¿Segura? —Indagó el niño mirándola a los ojos y Olivia asintió con su cabeza.
—Te lo prometo. ¿Me abrazas Santi?
—¡Sí, mamita! —Respondió el niño con entusiasmo y ella sonrió a causa de ello. Al sentirse rodeada de aquellos tiernos bracitos cerró sus ojos disfrutando de la calidez de su presencia.
—Te amo hijo, nunca olvides que eres lo más importante de mi vida. —Pronunció ella con una emoción evidente, deseaba que siempre él pudiera sentir ese amor inigualable que atravesaba su corazón, y lo esencial que era la presencia de ese niño en su vida. Santino besó su mejilla varias veces.
—Yo también te amo, mami.
—¿Cuánto me amas? —Olivia enarcó su ceja con una sonrisa mientras lo miraba a los ojos.
—¡Hasta el infinito y más allá!

¡Wow! ¿Hasta el infinito y más allá? Aquello era demasiado, y eran en esos momentos donde Olivia podía magnificar el amor tan indescriptible e inacabable que su hijo sentía por ella, a pesar de todo, hasta incluso del daño que su mamá involuntariamente le haya provocado para Santino no había nada mejor que su madre, no había persona que amará más que ella. Y eso, para Olivia lo significaba todo y más.

La vuelta a casa se tornó tranquila combinada con charlas y música. Santino emocionado le contaba a su mamá todo lo que habían hecho junto a su abuela y Olivia que oía con atención sonreía ante la felicidad palpable del pequeño. Increíblemente su hijo lograba cambiar su estado de ánimo en segundos, y lograba que ella se olvidará de todo, era esa magia infantil de disfrutar hasta el más mínimo detalle sin importar el resto, la inocencia de creer hasta en lo imposible.

—¿Hoy te quedas conmigo mami? —Preguntó Santino una vez que llegaron a casa, Olivia dejó las cosas sobre el sillón y lo miró.
—Sí San. Ve a cambiarte, hijo así no te ensucias esa ropa. —Respondió ella viendo como su pequeño festejaba por la noticia.

Santino rápidamente subió a la habitación escondiendo el celular de Olivia entre sus ropas. La intención era buena, y todo se trataba de un mismo fin, sacarle una sonrisa a su mamá y que ella se sintiera mejor. Una vez que entró a su cuarto el pequeño se sentó en el suelo y buscó entre los contactos el número que buscaba, deslizó para llamar y tras tres tonos pudo oír su voz de otro lado.

-

Mientras tanto, Amanda intentaba concentrarse en otra cosa que no fuera su pelea con Olivia y la preocupación evidente de Carisi. Su mente se transportaba una y otra vez a aquel momento y lo único que deseaba era encerrarse allí en su casa y llorar hasta sentir cesar el dolor que atravesaba su corazón. Se sentía confundida, decepcionada de sí misma, e incluso había llegado a pensar cuánto se desconocía en ese instante. La soledad estaba carcomiendo su alma, y a pesar de que necesitaba sentir la presencia de su actual novio para poder calmarse entendió que lo mejor era intentar frenar aquellos temores, y aquellos fantasmas que la asechaban ella sola, no podía involucrarlo en ello, él no lo merecía.

-

Después de cortar la llamada y cambiarse como su madre lo había ordenado Santino bajó al living dejando de manera cautelosa el celular sobre la mesita del living. Olivia volvió de la cocina, con el delantal puesto.

—¿Quieres ayudarme a preparar el almuerzo hijo? —Preguntó Olivia mirando al pequeño, y él asintió con su cabeza y una evidente emoción— Está bien. Ven.

Los dos se marcharon a la cocina y comenzaron a preparar la comida. Santino ayudaba en lo que podía a su mamá y Olivia, se encargaba de revolverlo todo para que no se quemará. Una vez que todo estaba encaminado ambos volvieron al living, y en ese momento el celular de la castaña sonó.

—¡Atiende mami! —Pronunció el niño con una sonrisa que confundió a Olivia— Voy al baño y regreso. —Luego de decir aquello Santino se dirigió a la planta alta, y Liv que no dejaba de mirarlo suspiró. Algo raro ocurría— ¿Hola?
—Hola Liv, soy Elliot. —Respondió él del otro lado, inevitablemente la castaña no pudo evitar sonreír y fue allí donde comprendió lo que ocurría.
—Hola Elliot.
—Un pajarito me dijo que te sentías mal, y que estabas muy triste.
—Mmm ¿Y de casualidad ese pajarito se llama Santino Stabler? —Indagó Olivia y ambos rieron.
—Cómo buen sargento de la Unidad no puedo relevar ese tipo de información, supongo que usted como capitana de la policía de Manhattan logrará entenderlo.
—Oh, entiendo. —Bromeó ella, y dejó caer su cuerpo en el sillón. Elliot del otro lado bebió un sorbo de jugo antes de continuar.
—Ahora dime. ¿Qué ocurre?
—Nada grave. Una discusión con Amanda, solo eso.
—Imagino que fue fuerte, tu voz aún suena triste.
—Lo fue. Y a veces es duro darse la cara contra el pavimento ¿Sabes? —Olivia suspiró intentando no llorar, él pudo notar eso.
—¿Por qué lo dices? —Indagó Elliot preocupado, sabía que varias veces Olivia había discutido con Amanda, pero al parecer, esta vez había sido peor.
—Nada, no importa.
—Sabes que, a pesar de todo, puedes contarme lo que sea ¿Verdad? Quiero ayudarte, Liv.
—Lo sé, y te lo agradezco. Quizá en algún momento pueda contártelo.
—Estoy a tu disposición, siempre.
—¿Quieres venir a cenar esta noche? —Propuso Olivia para sorpresa de él, y Elliot sonrió inevitablemente, lo único que quería en ese momento era verla— Digo... Yo hoy no tengo que ir a la comisaría y sería una buena oportunidad para que compartamos tiempo con San si tú quieres.
—Dime la hora y ahí estaré. 


Ay jesu. Muero de amor ¿Y si materializamos a Santino? ❤

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora