Capítulo cuarenta y tres: ¿Aceptas?

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Amanda esperaba impaciente una respuesta que pudiera sanar sus heridas, que pudiera darle la esperanza de que no se había equivocado al elegirlo y que, tenía un futuro prometedor con Carisi, necesitaba que él volviera a encenderla. Él, mientras tanto, perdido en sus ojos azules húmedos supo que no necesitaba nada más que la presencia de esa mujer en su vida, que no quería nada más que tener un futuro con Amanda y con Abril, que no había nada más que amará más que aquella mujer que le había dado una esperanza de seguir adelante y ser mejor persona.

—Dímelo, por favor. —Susurró ella dándose por vencida, si Sonny no le decía algo se moriría ahí de tristeza.
—Te quiero a ti en mi vida, Mandy. No hay nada que desee más que compartir mi vida contigo para siempre. —Pronunció él por fin en un mar de emociones que lograron contagiarla, Amanda sonrió tímidamente y derrotada por todas esas sensaciones que golpearon su cuerpo quebró en llanto. Sin dudarlo lo abrazó fuertemente— No llores más, bonita.
—Era lo que necesitaba oír, mi amor. Me devuelves la vida y la felicidad de esta manera. —Susurró ella en sus brazos, él la sujetó con más fuerza mientras acariciaba su cabello— Te amo con toda mi alma, Sonny.
—Y yo a ti mi dulce Amanda. Eres mi vida entera.

-

Mientras tanto, Olivia llegaba a la casa de Elliot cargada de miedo, ansiedad y preocupación. Lo único que deseaba en ese momento era estar con su hijo, saber que él estaba bien, y por supuesto hacer todo lo que Santino necesitará.

Al bajarse de su auto la castaña guardó su teléfono y las llaves del coche en la cartera, mientras que, a la par sacaba el juego de llaves que le había dado Elliot de su casa no hace mucho por cualquier emergencia, claramente aquello se caratulaba como una entonces sin perder más tiempo se acercó a la puerta y abriéndola se encontró con algo que no esperaba.

El living estaba a oscuras salvo por las velas que iluminaban tenuemente el lugar, en el centro había una mesa decorada con un mantel blanco, pétalos de rosa y todo lo necesario para cenar. De fondo sonaba una música lenta y muy bella, que acorde a la ambientación quedaba perfecta.

El olor a vainilla invadió sus fosas nasales, y adentrándose hacia dentro de la casa Olivia intentó caminar con cuidado para no romper nada.

—¿Elliot? ¿Santino? —Indagó llena de preocupación y de curiosidad mientras miraba todo el lugar— ¿Dónde están?

Sin embargo, no había respuestas, y eso la preocupó muchísimo más, ya que, la última llamada que había recibido de su novio no había sido nada buena. Si Santino había tenido aquel ataque de asma, el niño seguramente iba a necesitar de su madre, pero claramente que el living estuviera decorado de esa manera, no combinaba con una situación de ese estilo.

Perdida en sus pensamientos pudo ver a Elliot salir de la cocina y dirigirse hacia ella más hermoso que nunca. Vestía aquella camisa celeste que era su favorita, y que tan bien le quedaban, un jean en un tono más oscuro y zapatos. Una gran y enamorada acompañaba aquel look, elegido por Santino.

En sus manos Elliot llevaba dos copas con un líquido en tono champagne, que Olivia supuso era vino y entregándole una de ellas le robó un cálido y tierno beso.

—Buenas noches, mi amor.
—Ell ¿Y Santino cómo esta? ¿Dónde está? —Preguntó Olivia preocupada, no podía pensar en otra cosa que no fuera su pequeño y su bienestar— Me dijiste que había tenido un ataque de asma y... —Ella quiso seguir hablando, pero la interrumpió con un beso.
—Fue una pequeña mentirita para que vinieras, nuestro hijo está bien, está con Fin ahora mirando una película en el cine.
—¿De verdad? —Suspiró Olivia intentando relajarse y Elliot asintió con su cabeza— ¡Eres un tonto! Me hiciste asustar Stabler, no se juega con eso.
—La idea fue de Santino y de Fin, no puedes culparme. —Se defendió él encogiendo sus hombros y Olivia río— Y entonces... ¿Por qué brindamos?
—No lo sé, dime tú. —Sonrió ella mirándolo a los ojos completamente enamorada.
—Por nuestro amor, que es irrompible y cada día crece más, por ti que eres la mujer más hermosa y más increíble que he conocido, porque sigamos juntos toda la vida.
—¡Salud mi amor!

Luego de chocar suavemente sus copas y de beber un sorbo de vino volvieron a besarse unos minutos, ambos se necesitaban y lo sabían y ahora que estaban juntos pensaban disfrutar de cada segundo.

La cena transcurrió entre risas, charlas, caricias y algunos besos. Olivia logró relajarse, y como Elliot había deseado habían podido disfrutar de ese momento juntos, olvidándose de todo, y por supuesto concentrándose en lo que verdaderamente importaba. Y aunque los minutos para los demás pasaban rápido, para ese par de tortolitos todo parecía transcurrir lento y perfecto.

—¿Te ha gustado la comida? —Preguntó Elliot una vez que terminaron de cenar. Olivia asintió con una sonrisa.
—Estuvo muy rica, en verdad. Gracias amor.
—No tienes nada que agradecer, te mereces cada pequeño detalle, y ahora quisiera que me acompañes a un lugar ¿Aceptas?
—¿A dónde? —Indagó Olivia arqueando su ceja sumamente expectante y Elliot tan solo se puso de pie y le extendió la mano.
—Ya verás.

Tomados de la mano Elliot y Olivia caminaron rumbo a la habitación de él, precisamente al balcón. Elliot la abrazó por detrás apoyando su mentón en el hombro de ella. La castaña apoyando sus manos sobre las de su novio sonrió y cerró sus ojos por un momento, sentía tanta paz que deseaba parar el tiempo ahí.

—Te invito primeramente a mirar el cielo mi amor. —Susurró Elliot en su oído y Olivia abriendo sus ojos levantó su mirada como él se lo había pedido.

De repente, en el oscuro cielo comenzaron a reflejarse los fuegos artificiales seguido de un mensaje que iba dirigido a ella y que la hizo emocionar sin duda, allí entre medio de las estrellas y un paisaje nocturno inolvidable rezaba la frase "¿Te quieres casar conmigo?", una clara propuesta de Elliot que requería una respuesta que cambiaría sus vidas para siempre.

Olivia se dio vuelta rápidamente tapando su boca con sus manos dejando caer sus lágrimas emocionada, Elliot sonrió también emocionado y arrodillándose frente a la que esperaba fuera y aceptará ser su esposa sacó del bolsillo una pequeña cajita roja de terciopelo, al abrir la misma un hermoso anillo quedó a la vista.

—¿Y qué dices? ¿Aceptas Liv?

✍✍✍✍

¡Ay! 😭

Aprendiendo a amarte|| Bensler - Rollisi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora