Gran Show 1

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Las mañanas comenzaban cada vez más frías aunque dentro de la gran mansión de los Tanaka apenas se sentía algo de ese frío. Drew estaba sentada en un pequeño banco de color rosa claro mientras su abuela peinaba su negro cabello con la mayor dulzura del mundo.

—¿Quieres dos colitas? —Pregunto la mujer pasando el cepillo por su cabello una vez más.

—Si, abuela, me gusta como me peinas —La niña sonrió viéndola por el espejo de la cómoda delante de ellas.

—De acuerdo —Comenzó a dividir el cabello con delicadeza.

Siempre habían sido una familia con bastante dinero y ella misma le había inculcado a su hijo todo lo que tenía que hacer para portarse como el hombre perfecto en todas las situaciones de la vida. Al padre de Drew se le había dado todo lo necesario para hacer de él un hombre respetable y educado, estudiando arduas horas para obtener las mejores calificaciones siempre yendo de un curso a otro sin tener tiempo para apenas respirar.

La abuela de Drew admitía que quizá había exigido demasiado a su padre y ni que hablar de la madre de la niña, otra mujer que había sido educado para ser la mujer perfecta y servicial a su marido, era ahora que todos podían ver los errores que cometieron con sus hijos en su crianza ninguno de ellos se preocupaban por darle atención a Drew sólo exigían que fuera tan perfecta como se quería.

—Y les mostre a todos la taza que le diste a mamá —La niña colaba su servilleta sobre la mesa cuando terminó de comer su desayuno, puso los palillos a un lado del tazón vacío —Les encantó cuando les explique lo que significaba —

—Eso es perfecto cariño y dime ¿Entendiste tu su significado? —Miraba con cariño a la pequeña quien tenía un comportamiento impecable delante de todos pero ahora tenía un brillo travieso en sus ojos.

—Entendí que aunque no es completamente perfecta, es mucho más valiosa debido a sus grietas —Sonrió dulcemente.

—¿Y sabes lo que eso significa en los seres humanos? —La niña asintió antes de ponerse de pie, su abuela la siguió.

Ella estaba contenta ahora con el crecimiento de Drew, al principio no creyó que recomendar a su nuera y a su hijo que buscarán una guardería para la niña fuera a funcionar de la manera que lo hacía, sin embargo comenzaba a comprobar que el compartir con sus pares más que con una institutriz le estaba dando más lecciones de las esperadas.

La última vez que había visto a la pequeña que fue hace muchos meses atrás se veía tan ataviada de tareas a tan corta edad como se viera su padre alguna vez, siempre corriendo de una clase a otra con maestros privados, sin amigos, sin entretenimiento alguno. Suspiro se había encargado de llenarlo tanto de información sobre el mundo que olvidó decirle cómo era vivir en él tanto que el pobre se caso sin tener ningún sentimiento por su esposa, había dicho que ya surgiría en la convivencia.

Una frase que para su desgracia ella misma había utilizado muchas veces delante de él. Todo se devolvía en esta vida y eso no tardo en llegar a ella.

—Ellas son mis maestras —Habían llegado delante de las puertas de la guardería que hoy tenían un evento bastante especial no era algo que celebrarán en Japón pero aún así Drew estaba empeñada que su abuela estuviera para acción de Gracias.

—Mucho gusto —Saludo Silena, la mujer sonrió apenas. —Pasen por aquí en un momento daremos inicio —

—Ven, ven te diré donde sentarte —Ella estaba tan emocionada de que su abuela tuviera tiempo de ver su acto, lo que hacía feliz a la mujer.

Se sentó junto con otro grupo de padres que conversaban alegremente entre ellos.

—Ya vamos Fai, ya vamos —Una mujer entrada en sus años era arrastrada por un pequeño niño regordete.

—Aquí abuela, aquí —Frank había logrado que sus abuelos junto con sus padres asistieran al evento así que por supuesto estaba rebosante de energía mientras los guiaba a sus puestos.

La mujer estaba tan feliz de que su pequeño Fai se hubiera vuelto en un niño tan comunicativo y enérgico, no el pequeño tímido que recordaba escondido entre las faldas de su madre.

—¡Y será un gran acto! —Apolo Gritaba emocionado llevando a su madre de la mano, o más bien jalandola hasta que se sentará.

—Si, amor llevas diciendo eso desde hace una semana —La pelirroja río tomando asiento y tratando de que el pequeño rubio bajara un poco la energía.

—Y cantaré ¡Ya veras! —Su otro hijo Will llevaba igual de emocionado que su hermano a su padre, el tiraba de una mano y Artemisa de la otra.

—Y debes aplaudir —Advertía Artemisa.

—Lo haré hasta que se me caigan las manos —El hombre le hizo cosquillas a los dos niños sentándose a lado de su esposa —Mira como corren —

—Son tan lindos

—Claro, salieron a su padre —Ella puso los ojos en blanco sonriendo.

—Ojalá que no —El fingió estar herido llevándose una mano al pecho, ella río con diversión era fácil ver de donde había sacado el pequeño Apolo lo dramático.

—Ajá y debes vigilar a papá —Iba diciendo Luke llevando a su madre de la mano —Porque mira a muuuuuchas mujeres cuando te descuidas —

—Ah así que mira a muchas mujeres —Ella miro a su esposo y este se puso rojo.

—Puedo explicarlo

—Explicáselo al sofá —Ella fingió estar enfadada mientras Hermes comenzaba a pedir perdón y a suplicar por su vida.

Luke se había reído sus padres eran divertidos cuando fingian estás escenas, el no se las tomaba en serio pues su padre era muy feliz con su mamá aunque si miraba mujeres, pero su madre decía que mientras no pasara de sólo mirar ella podía perdonarlo.

—Vamos niños, hay que alistarse —Las maestras se llevaron a los pequeños a uno de los salones donde comenzaron a ponerse sus atuendos para el gran show que presentarían por el día de acción de gracias.

Nico miraba con adoración como le quedaba el traje negro delante del espejo, su mami lo había escogido para su gran actuación de apertura del acto, había ensayado por tantas horas su canción.

—¿Estás listo Nico? —Silena lo tomó por los hombros y el pequeño asintió.

—¡Seré la estrella! —Estaba tan emocionado que dejó su soldadito de juguete sobre la mesa con el espejo para arreglarse mientras tomaba la mano de la señorita Silena para dar su gran apertura.

Lo había estado ensayado durante semanas una canción para dar gracias y la había aprendido en italiano, su madre le estuvo ayudando en cada una de las palabras para que saliera perfecta quería que ellos la escuchen. Su estómago se estrujaba viendo como la maestra Enio daba las palabras de apertura sobre la tarima y pronto lo señalaba para que entrará a escena, se mordió el labio con angustia cuando la gente comenzó a aplaudir.

—Todo saldrá bien, vamos —Silena lo comenzo a llevar al medio del escenario y al pequeño azabache le dieron unas nauseas terribles es entonces que recordó al soldadito que le había dado su madre dijo que lo presionara duro para darse tanto valor como lo tenía este.

—Soldadito, soldadito —Murmuró buscando en su ropa con su pequeña mano y angustiandose más cuando no lo encontró en ninguna parte, ahora estaba delante de todos sin saber que hacer.

—¿Qué pasa cariño? —La señorita lo miro, los ojitos de Nico comenzaban a ponerse colorados amenazando con ponerse a llorar —¿Estás asustado? —Nico asintió sorbiendo su nariz —No te preocupes, sujetare tu mano hasta que tu decidas que puedes hacerlo solo ¿De acuerdo? —El pequeño asintió.

Apretó la mano de la señorita Silena sintiendo que alguien estaba a su lado, desde el público su madre aplaudía animandolo. Nico respiro hondo apretando más la mano de su maestra comenzando a cantar bajito cerca del micrófono hasta que sintió que no lo necesitaba más, la señorita Silena retrocedió unos cuantos pasos mientras Nico entonaba la melodía al ritmo de la pista que habían puesto.

Y es así como empezaba el Gran show de los pequeños niños de la Guardería Olympus.

Las Aventuras De La Guardería Olympus [Terminada]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu