Capítulo ღ XXIV

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El peso del chico desconocido desapareció y abrí los ojos. Miré hacia el hombre que se encuentra frente a mí mostrando una cara larga que me deja en claro el hecho de que he cometido una gran estupidez.

—¡Oye! ¿Qué te pasa? — le preguntó el chico mientras intentaba acercarse para propagarle un golpe al pelinegro, sin embargo, el profesor Bang se adelantó y lo golpeó con su puño, esto causó que el desconocido cayera al suelo.

—Nadie puede tocar lo que es mío— dijo Bang con tono serio tras encontrarse con mi mirada. —Minho, ¿estás bien? — preguntó tras fruncir el ceño pues me he quedado en pausa ya que no puedo hacer nada más que respirar.

—Yo... ¿sí?

—Te llevaré a casa— sentenció mientras daba zancadas hacía mí. Sin dudarlo, me tomó en sus brazos y me cargó como si fuese una princesa y no dudé en sonreír estúpidamente pues me siento seguro en estos momentos; llevé mi rostro hacia su cuello e inhalé su delicioso aroma que me hace babear.

—Alguien puede vernos— murmuré contra su cuello.

—¿Y?

—Puede causarte problemas...

—No lo creo— aseguró —Además, la mayoría de los estudiantes se encuentra en un coma etílico— se rio.

—Amo tu risa— admití a causa de que me he dejado llevar por el exceso de alcohol que está paseándose libremente por todas mis venas. No puedo negar que, este es el mejor momento para dejar en claro que, me gusta demasiado ese hombre pues mañana no voy a recordar nada y no tendré culpabilidad o similar. —También amo tus brazos, las venas de tus brazos, tus largos dedos, tu cuerpo y rostro perfecto... también me gusta escucharte hablar en inglés porque me haces ponerme más caliente— admití sin un gramo de vergüenza.

Chris soltó una risita que me hizo sentirme muy feliz pues no se está burlando.

El pelinegro me subió a su auto y después de ponerme el cinturón de seguridad, acercó sus labios a los míos y me dio un tierno beso que me hizo suspirar. Cerró la puerta y caminó hacia el lado del piloto y se subió; encendió el auto y comenzó a conducir.

—Te gustan muchas cosas sobre mí, ¿eh? — preguntó sin apartar la mirada del camino.

—Me gusta todo de ti— le corregí. —Aunque, debo aceptar que, detesto tanto cuando me ignoras en clases.

—Minho, lo hago porque de lo contrario, te haría mío en el escritorio.

—Me gusta la idea. ¿Deberíamos de intentarlo en el aula después de clases? — pregunté con tono coqueto que Chris no pasó por desapercibido.

Estaba tan ebrio que no me percaté de la acción que llevó a cabo Christopher Bang: estuvo sosteniendo mi mano durante todo el trayecto.

𝙳𝚊𝚍𝚍𝚢'𝚜 𝚁𝚘𝚘𝚖 🦋 𝚌𝚑𝚊𝚗𝚑𝚘Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt