1. ➖ Paso a paso ➖

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Adrien

La felicidad había tocado al fin nuestras puertas, creí que nunca diría eso. Creí que nunca diría eso con Harald tomándome de la mano. Jamás pensé que mi vida cambiaría tanto por un error mío, por no recordarme de las fechas, por no tener tiempo ni espacio para decir una fecha, ese error que cambió mi vida para siempre.

Jamás pensé que un error te pondría tan feliz.

Y aquí estoy, en Inglaterra, donde pasé la mayor parte de mi vida.
Donde crecí y aprendí.
Donde fallé y me enseñaron.
Donde reí y lloré.
Donde me enamoré.
Donde conocí el rechazo.
Donde aprendí a vivir con ese rechazo.
Donde aprendí a perdonar y a ser perdonado.

Las cosas fueron así, no todo fue felicidad. No todo fueron risas y mariposas. Habían tormentas y fuego. Muchas tormentas, demasiadas tormentas. Pero luego vino la felicidad, las risas y las mariposas. Todo estaba bien, todo iba bien.

Pero luego, sólo queríamos seguir, sólo queríamos vivir. Nos dimos cuenta que la vida no sólo se traba de eso.

-Me quedaré con Adrien.—

Harald. El chico que me mostró las mariposas y las risas. Me hizo sentir protegido y amado, dio su vida por mí y ahora estaba dando su tiempo para mí. Sólo para mí.

El rey Deiro me miró y me sonrió antes de despedirse. Una sonrisa que nunca pensé volver a ver. El rey que cortó el lazo que estaba sujetando a Harald de mí. Pero también el rey que tenía miedo que ese lazo fuera destrozado por otra forma mucho más dolorosa.

-Descansa, Adrien, estaré preguntando por ti a todas horas.—

La reina Isabel. La que un día fue mi madre, la que sabía los secretos de un niño de cinco años. La que estaba conmigo mientras papá lloraba por la muerte de mi madre.

-Vendré mañana en la mañana.—

La princesa Estela. La cómplice de unos niños que revoloteaban por todo el palacio en busca de respuestas. Ella sabía todo y a la vez nada. Porque lo sabía, pero no comprendía.

-Tengo que regresar al palacio, pero estaré al pendiente de los dos.—

Claudia, la mano derecha de Harald. Jefa de los guardias reales del heredero. La que nos protegía y nos quería, la que daba su cuerpo y su vida con tal de vernos a salvo.

-Iré a dar las órdenes a los oficiales.—

Frederick. Mejor amigo de mi padre, mi mano derecha y el hombre de las manos peludas. Él que dejó su vida a un lado para enfocarse en la mía. Él que me tenía paciencia cuando lo único que quería era saludar a mis fans sabiendo que eso no podía ser posible porque eran demasiados.

-Me quedaré contigo una semana, o tal vez más tiempo, o todo lo que tú quieras.— sonreí.

Eira. Mi destello cuando lo único que miraba era oscuridad, la que me dio la mano cuando yo estaba tirado con el corazón roto, la que me dice idiota cuando algo no va como a ella le gusta. Mi compañera. Mi mejor amiga. Mi hermana.

-Sólo unas llamadas más.—

Gloria. Mi madre después de tener mi corazón partido, después de sentir que no quería seguir con la música. Sin ella mi vida sería un desastre, sin ella no sabría ni en qué año estaría. Porque ella era así, ella llevaba mi lista, ella llevaba mi vida.

-Te haré tu desayuno favorito mañana.—

Clara, la persona que con poco tiempo me demostró lo feliz y enamorada que está de mi padre. La persona que le da color a nuestra casa.

Los dos Príncipes. [part 2]Where stories live. Discover now