27.➖ Apoyar ➖

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Adrien

Abrieron la puerta de la habitación. Estaba acostado en la cama, dándole la espalda a la puerta, cubierto por las grandes sábanas pesadas hasta la altura de mi cuello, solo estaba acostado sin hacer absolutamente nada, mi vista no ha cambiado por más de cuatro horas, siempre mirando hacia el ventanal del balcón.

En esta última semana encerrado en esta habitación, me di cuenta que los pajaritos se colaban por las plantas del balcón, comían, bebían de la pequeña fuente, y descansaban por horas. Me sentía tan identificado con esos pajaritos, pero me dolía sentirme así.

Vi como Harald se sentaba en una silla justo enfrente mía. Esta semana ha estado haciendo lo mismo, se sentaba, me daba algunos bocadillos, me observaba, y se retiraba sin decir ni una sola palabra. No había comunicación, y tampoco algún tipo de señal de que lo haya más adelante.

Hasta ahora, que no trae bocadillos, y que su expresión de tristeza resulta destacar más que la de enojo.

Me duele verte de esta manera.

Hace tiempo que no escuchaba su voz.

No le contesté.

Vamos, Adrien, tienes que hablarme, no puedes estar así para toda la vida, ya he dicho que las especulaciones de la modelo son falsas, y todo parece calmarse ahora. Hemos tenido peores cosas que estas.

—No tienes que salvarme todo el tiempo, mi dolor no debería de ser el tuyo.

—Eso no puedo controlarlo, mi dolor empieza cuando tú no estás bien.

Suspiré.

Solo déjame descansar.— cerré mis ojos pensando en que se iría.

Sé que no estás así por lo de la modelo.

—Harald, si tanto quieres que regrese al trabajo, mañana iré, ¿vale? Hoy solo déjame descansar.

—Nos vamos a casar, Adrien, seré tu esposo...

—Lo sé, lo tengo más que claro.

—¿Quieres que vivamos peleados todo el tiempo?

—Si no me apoyas, supongo que sí.

Suspiró. Abrí mis ojos cuando escuché la silla rechinar, se había puesto de pie, ahora su expresión denotaba una de cansancio.

Bien, te daré el título de consorte, y podrás ser feliz sin ser rey, ¿listo?

Reí sarcásticamente mientras me acomodaba en la cama y miraba hacia el techo acomodando mis manos por debajo de mi cabeza.

Y es ahí donde está el problema.— le dije.

—¿Ahora qué?

—¿No logras verlo? Dijiste; "y podrás ser feliz", ¿tú no lo serás entonces? ¿sigues sin comprender el por qué mi cambio de decisión? No me apoyas con la idea de estar a tu lado mientras sigo con mi música.

—Te di el título ya, ¿qué no es eso lo que querías? Te estoy apoyando.

—Ese no es apoyo, no es solo de dármelo y listo, porque tú, aun quieres que sea rey, ¿no es así?— lo miré.— quieres que sea rey y que viva de esa manera.

—Adrien, te estoy apoyando, estoy haciendo lo que quieres.

Me senté en la cama.

—¡Así no son las cosas! ¡No tienes que hacerlo solo porque te doy pena! ¡Quiero que me lo des cuando logres entenderme! Que sepas porqué lo quiero, que tú también quieras dármelo porque me entiendes, y no porque estoy acostado en esta cama por horas.

Los dos Príncipes. [part 2]Where stories live. Discover now