2.➖ Un nuevo comienzo ➖

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〰️Adrien〰️

La luz del sol entrando por la gran ventana con un marco de oro me había despertado. Estas sabanas tan pesadas me hacían recordar que no estaba en mi casa. El olor me hacía recordar que no estaba en casa. Pero el chico que tenía al lado me hacía recordar que mi hogar estaba con él. Me hacía recordar que estaba a salvo.

-Buenos días.— me susurró. Me tomó un mechón de mi pelo y lo enrolló en sus dedos.

Yo seguía tomando las pastillas para dormir. Él siempre me esperaba que yo despertara mas tarde.

-Buenos días.— le sonreí y me recosté en su pecho. Él me abrazó atrayéndome hacia él.

-Mis mañanas son preciosas cada vez que veo tus ojos mañaneros.—

Reí contra su pecho.

-Tú te vuelves mas cursi en cada mañana.—

Él también rio y me apretó más hacia su cuerpo. Juraría que podía escuchar el latido de su corazón palpitar rápidamente.

Tocaron la puerta.

-Príncipe Harald, el desayuno está listo.—

Pero no entraron. No lo hicieron como normalmente lo hacían en cada mañana. Porque siempre entraban para despertar al príncipe y para dejarle su ropa al lado de su cama, pero esta vez no entraron. Nadie lo hizo.

-Ahora voy, gracias, pueden dejar el carrito fuera.— dijo Harald.

-Claro, Alteza.—

Ya no escuchamos otro sonido. Harald no se levantó y tampoco se separó de mí. Me daba toques suaves por toda mi espalda. Él sabía que estaba preguntando en mi cabeza.

-Les pedí que no entraran a menos que yo les dijera, y que el desayuno lo comeríamos aquí.—

-Tal vez sea de mala educación no desayunar con tu familia...—

-Tú eres mi familia, y te dije que te cuidaría, haría que te sintieras cómodo.—

-Desayunar con tu familia no me incomoda.—

-Es tu familia también, y si quieres desayunar abajo con ellos, podemos hacerlo.—

Suspiré y me quedé en silencio por unos segundos, él respetó mi silencio y esperó a que hablara.

-Si... quiero ir.—

Se separó un poco de mí y me miró directamente a los ojos.

-Todo lo que tú quieras, todo que lo que tú ordenes, yo haré cualquier cosa por ti.— no me estaba sonriendo, él estaba serio, porque lo que acababa de decir no era una petición, era una promesa.

Sonreí y me recosté de nuevo en su pecho bajo la manta pesada que nos cubría.

-Me gusta estar así contigo y abrazarte durante horas.—

Harald rio y me apretó aún más.

-Podemos quedarnos así durante horas.— me dijo.

-No, tenemos que desayunar y tú tienes que trabajar.—

Le di un último abrazo fuerte para luego sentarme y verlo, verlo sonreír, ver esa sonrisa de mis mañanas, la sonrisa que esperaba encontrarme en cada mañana.

-Me encanta que seas tan valiente.— me dijo.

-Los dos lo somos.— le corregí.

El sonrió de nuevo y se abalanzó a mi cuerpo para acostarme de nuevo y así abrazarme mucho más fuerte.

Los dos Príncipes. [part 2]Where stories live. Discover now