(3) Libro cerrado

373 50 7
                                    

Jimin llegó una hora antes que el resto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jimin llegó una hora antes que el resto. Así se lo había pedido Daehoon y, evidentemente, él era un hombre de palabra. Se paseó por el salón que estaba terminándose de decorar con flores de distintos tonos de blanco y azul. Ramos de distintos tamaños habían sido desperdigados en jarrones y otros asegurados en las paredes con lazos dorados. Además de con los mencionados jarrones, las mesas se habían decorado con manteles de tela brocada. Los finos e intrincados detalles dorados destacaban sutilmente contra el azul marino. Esta vez se habían decidido por una decoración más sencilla. Estando Halloween cerca debían ahorrar recursos y dejar que esa noche fuera el verdadero esplendor (Sí, para Jimin seis semanas eran "cerca" si se hablaba de Halloween. Podría decirse, de hecho, que pasaba el año entero esperando que llegara ese día). Al menos, así era como lo deseaba. Puede haber varios viernes trece a lo largo del año; pero solo un día de los muertos.

Se paseó grácilmente alrededor de toda la sala, comprobando cada flor, cada cortina, cada esquina, asegurándose de que todo fuera perfecto y no hubiera una sola mancha ni una sola mota de polvo. Hay quien pudiera pensar que este trabajo no le correspondía y que la supervisión debería ser hecha por quien quiera que fuera que dirigiera el local; sin embargo, a Jimin no le importaba y, además, todos sabían que él lo haría mejor. Esto había comenzado a ocurrir hacía ya un par de años, cuando el gerente había tenido que salir de la ciudad por motivos familiares deprisa y corriendo y no había podido dejar nada atado antes de irse. Daehoon se lo había contado a Jimin apesadumbrado, pues aunque él también llevaba en la escena gótica años, nunca se le había dado bien la decoración de interiores. Su casa... su casa era fea, pero fea, fea. Había comprado todo lo que le había gustado, sin pararse a comprobar si lo nuevo casaba con el resto y había terminado siendo un batiburrillo Rococó. Prefería que eso no ocurriera en el Black Swan también y más cuando su puesto de trabajo dependía de ello. Jimin se ofreció a ayudarle y resultó un éxito. Además, y aunque Jimin no necesitara el dinero para nada y no le preocupara tener que pagarse su copa de vino o champán, estos acuerdos habían terminado de sellarse con la condición de que todo lo que bebiera correría a cuenta de la casa.

Una vez se convenció de que el entorno era perfecto, se asomó a la parte de la cafetería, donde Hana y Misuk estaban guardando las tazas, cafeteras y teteras para sustituirlas por copas de cristal. Normalmente las bebidas y cócteles se servían en la sala burdeos; pero, cuanto más fácil sea para el cliente acceder a los servicios, más posibilidades de ganar dinero. Se acercó a ellas y les confirmó que había dado el repaso final y todo era impecable. Aprovechó también para recordarlas lo preciosas que lucían en sus vestidos de terciopelo negro. Ellas, sin embargo, los detestaban, puesto que siempre debían llevar el mismo, de forma que los clientes pudieran identificarlas fácilmente.

Ahora solo quedaba asegurarse de que él mismo lucía acorde. Fue al baño más cercano a la biblioteca. En realidad, todos eran iguales, los lavabos blancos en contraste a las encimeras de piedra negra pulida y las paredes de azulejos negros con las juntas doradas. Eran bastante recargados para lo pequeños que eran; pero en un sitio así, probablemente nunca hay nada demasiado barroco.

Si te amo, ¿a ti qué te importa? · [ JIKOOK ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora