(5) La fruta de la tentación

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NOTA DE LA AUTORA: Este capítulo contiene contenido adulto explícito. 

Jimin pensaba disfrutar de aquella tarde de domingo al máximo

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Jimin pensaba disfrutar de aquella tarde de domingo al máximo. Su objetivo era descansar, dormir y desconectar. Nada más. Ni siquiera se había vestido. Su pijama de seda y su bata blanca y negra a rayas era suficiente. Había planeado no visitar siquiera a Mein Traum. Los dos anteriores días había escrito sin parar sobre... sobre el incidente. Su cabeza era puro caos. Tenía tantos pensamientos arremolinados que realmente era incapaz de pensar nada, tenía tantos sentimientos encontrados que solo era capaz de sentir mucho. Era absolutamente irritante porque no podía enfocarse, no podía encontrar el primer hilo con el que ir desenrollando la madeja. Todo parecía un continuum de deseo, preocupación, duda, culpabilidad, ilusión, cansancio, esperanza, confusión. Sentía que era la manecilla del segundero, apuntando en distintas direcciones constantemente y sabía que iba a volver a marearse si empezaba a pensar en ello de nuevo. O a intentar pensar. Qué absurdo. En cualquier caso, aquel iba a ser su domingo de relajación.

Se dirigió a su biblioteca y divagando sobre qué podría leer o releer para distraerse. Paseó su dedo índice por el borde superior de la sección de clásicos coreanos. Hizo algo de fuerza sobre la parte superior del lomo de El sueño de las nueve nubes inclinándolo hacia afuera. Dudó un poco, pero al final se decidió por este. Lo llevó bajo el brazo hasta su sofá favorito, cogió uno de sus cojines más blanditos, se tumbó estirando la manta que tenía preparada en uno de los reposabrazos y se dispuso a leer tranquilamente.

Llevaba cuatro páginas, tres líneas y dos palabras cuando el teléfono comenzó a sonar. "Si para cuando termine este párrafo sigue sonando, entonces es importante y lo cogeré; si no, entonces será alguna menudencia y seguiré disfrutando de mi lectura" se convenció. Si podía evitarlo, nada iba a interrumpir su calma.

A pesar de que leyó dos párrafos más —No eran trampas, es que leía muy rápido y si no su teoría de que para que fuera una llamada importante, la persona al otro lado no debía de colgar rápidamente, perdería el sentido— el teléfono no calló su molesto soniquete.

"Respira. Inhala. Exhala. Todo está bien, claro que sí. Sigue siendo mi domingo de descanso y lo seguirá siendo incluso después de la llamadita del demonio" se intentó convencer. Aun así, pataleó la manta de muy mal humor para quitársela de encima y dejó caer el libro sobre el asiento.

Llegó arrastrando los pies a su habitación, donde había dejado el móvil cargando y frunció el ceño al ver que le estaba llamando un número desconocido que no tenía guardado en su agenda de contactos. Qué extraño. ¿Quién podría ser un domingo por la tarde? Desconectó el cargador y descolgó con aprensión y recelo.

—¡Hyung! Creía que no ibas a cogerlo.

Tres escenarios pasaron por su mente en aquel momento. Primero: colgar y pretender que no había ocurrido nada y continuar con su sesión de relajación y desconexión del mundo. Segundo: colgar y gritar de la exasperación durante las siguientes tres horas. Tercero: llorar. Finalmente se decidió por la cuarta opción: hablar por teléfono con Jungkook, también conocida como la persona en la que quería evitar pensar a toda costa y pretender durante el resto del día que no conocía. Suspiró y respondió:

Si te amo, ¿a ti qué te importa? · [ JIKOOK ]Where stories live. Discover now