Prefacio

56 3 0
                                    

Todo a mi alrededor era oscuridad. Las luces del cuarto se habían apagado hace tiempo. Mamá las programaba, igual que a la televisión.

Una pequeña luz, un destello tenue era lo único se filtraba desde la visagras de la ventana. Terminaba justo en el centro del techo de la habitación, allí dónde colgaba la lámpara preferida de Charlie. Y era en ella en la que me concentraba. Observaba cómo el pequeño muñeco colgando se movía levemente de un lado a otro con la pequeña brisa de primavera. Mis pies se congelaron cuando imaginé la sensación del frío chocando en mi cuerpo. Los rasqué entre ellos, antes de hurgar con los dedos de mis pies el reborde de las sábanas. Los escabullí bajo de ellas primero, y luego la deslicé por mi cuerpo hasta llegar a mi cuello. Guardé las manos también, justo en el medio de mi pecho, y volví a la lámpara que en un principio me aterraba.

No podía dormir. Sabía que él vendría.

Aún así, intenté hacerlo. Luché contra mis pensamientos y me obligué a cerrar los ojos. Los apreté con fuerza, cómo si eso fuera a dormirme, pero la mujer desconocida apareció en mis recuerdos.

Los abrí de golpe. Mis párpados perdidos en la inmensa oscuridad arriba de mí.

Por más que intentará, ellos no se alejaban de mis pensamientos.

Giré la cabeza por un momento, busqué a mi hermano en la cama de al lado. Charlie dormía tranquilamente, después de un largo día de juegos.

Y es lo que yo quería hacer, dormir.

Sus pasos empezaron a oírse. Sabía que él vendría otra vez.

Cerré los ojos de inmediato. Fingir estar dormido parecía ser la mejor idea, pero a él no le importó si lo estaba.

—¿Bradley? —susurró papá, al abrir silenciosamente la puerta de la habitación. Su voz calmada y paciente, cómo solía ser cuando estaba de buen humor.

No respondí, y escuché a sus pasos acercarse hasta mí.

—Bradley—sentí su mano sacudir mi hombro—. Despierta muchacho.

—¿Papá?

—Soy yo hijo, tranquilo—. Tomó las sábanas y las deslizó hacia el extremo de mis pies.

—¿Qué está pasando?

—Debes venir conmigo—. Tomó mi mano, y tiró de mí obligándome a tomar asiento.

Me solté de él.

—No quiero ir papá.

—Shh —me silenció— Vas a despertar a tu hermano.

—No me gusta papá.

—No te estoy preguntando Brad—. Su tono de voz cambió, y el ronquido característico de su enojo apareció.

Mis pies se endurecieron con sólo escucharlo. Sabía lo que sucedía cuando esa voz aparecía.

—Levántate y ven conmigo.

Sin dudarlo, aparté mis pies de las sábanas, y busqué mis pantuflas en el suelo.

Papá tomó mi mano y me condujo hasta afuera de la habitación.

—¿Por qué hacemos esto papá? —pregunté, sin miedo a obtener una bofetada de respuesta.

No debía cuestionarlo, mamá me lo decía todas las veces.

Me sorprendí cuando respondió.

—Es lo que nos toca hacer a los hombres de esta familia Brad.

—¿Y qué es lo que debemos hacer?

—Continuar con el legado de los Hardwell.

—Pero entonces, ¿por qué no buscas a Charlie?

—Por qué sólo tú puedes hacerlo muchacho.

—¿Sólo yo? —pregunté, y me detuve para entenderlo.

Papá suspiró profundo antes de agacharse delante de mí.

—Tú eres especial Bradley—. Apretó fuerte mi hombro, y su mano se sintió cómo la del gigante Hulk. Firme, poderosa.

Me estremecí.

Jamás había escuchado a papá hablarme de esa manera.

—¿Especial?

—Eres el primero.

—¿De qué?

—Yo era igual que tú a tu edad ¿sabes? Quería saberlo todo, necesitaba tener todo bajo control. No soportaba sólo recibir órdenes de tu abuelo.

—Pero ya no las recibes.

—Ya no, pero cuando era pequeño tenía que hacer todo lo que él me decía.

—No quiero hacer esto papá.

—Lo sé, pero en el futuro me lo agradecerás Brad.

—¿Por qué?

—Ahora no podrás entenderlo muchacho, pero debes hacer esto. Debes continuar con el legado familiar.

—Si lo hago, ¿Charlie no deberá hacerlo verdad?

—Sólo tú Brad.

—No quiero que Charlie sufra.

—¿Juramento de hombres? —estiró su mano para estrecharla con la mía.

Abrí los ojos de par en par. Papá sólo hacía eso con los grandes hombres vestidos de negro que visitaban su oficina. Lo había visto trabajar, me llevó algunas veces con él.

Mi corazón se infló de emoción. Papá estaba tratándome como a un hombre de verdad.

—Juramento de hombres—. Estreché su mano con mi pecho sobrepasado de admiración por mi papá.

Él era mi mayor ejemplo.

Yo quería ser como papá.

—Estoy muy orgulloso de tí Brad.

Sonreí, porque esas palabras lo significaban todo para mí.

—¿Y te digo un secreto? —se acercó a mi oído y susurró— Eres mi preferido. Siempre serás mi preferido Brad.

—¡Papá! —grité como un pequeño reclamo por Charlie, pero la sonrisa en mi rostro no decía lo mismo.

Estaba feliz. Yo era el favorito de papá. Nadie más.

—Si tú no dices nada, entonces yo tampoco.

Llevé mi mano a la boca, y reí debajo de ella.

Él me guiñó un ojo antes de levantarse y tomar mi mano otra vez.

—Vamos muchacho.

Caminamos otra vez.

Sabía el lugar que me esperaba y lo poco que disfrutaba estar allí, pero ya nada me importaba. En esos momentos no lo hacía, porque yo era su favorito. Yo me parecía a papá. Yo era especial.

Y eso es lo único que mi mente pensaba cuando me sentó en medio de la sala, detrás del cristal, para observar detenidamente cómo el hombre ataba a esa mujer desnuda de los extremos de la cama. Ella sin problemas se dejaba. El hombre se dispuso entre medio de sus piernas, y se acercó hasta sus pechos con un bastón negro.

Ya lo había visto días anteriores, lo usaban para golpear la zona puntiaguda de sus bubis.

Ella gritaba cuando lo hacía, y no entendía porque sonreía mientras sufría.

—Presta atención Brad. Observa, cada movimiento es importante.

—Aún no lo entiendo papá.

—Ya lo harás hijo.

—¿Cuándo? —pregunté ansioso, pero no tuve respuesta al respecto y a cambio susurró en mi oído.

—Esto es lo que eres Brad, en esto te convertirás.


|| No olvides seguirme en mis redes sociales para enterarte de nuevos adelantos, imágenes y otros detalles de la historia.

Instagram: @sinppalabrasTwitter: @sinppalabras ||

TUS SOMBRAS [ + 18 ]Where stories live. Discover now