Capítulo 13

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Los nervios estaban comiéndome viva, y por más de que haya repasado unas cincuenta veces lo que estudiamos nada podía quitarme la ansiedad que sentía.

Miré mi reflejo en el espejo durante los últimos treinta minutos. Definitivamente no estaba segura si era lo correcto llevar este vestido a la cena familiar de Brad. 

[ Look disponible en las historias destacadas de mi Instagram: @sinppalabras ]

Intenté convencerme de que lucía bien, después de todo Gina estaba convencida de ello, pero no estaba funcionando. No podía callar su voz, esa voz imaginaria que me repetía una y otra vez todos aquellos prejuicios que recibiría al pisar apenas la entrada de la mansión Hardwell. Me imaginé a su mamá, la Sra. Sinclair, y recordé aquella mirada filosa que me regaló apenas llegué. Con el simple hecho de observarme había olvidado de cómo demonios hablar.

No estaba lista. No estaba preparada para someterme a todas sus preguntas e interrogatorios.

Me imaginé luego cómo se vería su padre. Lo idealicé muy parecido a Brad, con su mirada amenazadora y su carácter frío e intimidante. Me temblaron las piernas.

Y Nataly... su mirada despectiva y sus ojos de víbora hambrienta.

Definitivamente no estaba lista.

El sonido de un puño tocando la puerta de madera me devolvió a la realidad. Pestañeé dos veces y volteé en esa dirección.

—¿Elizabeth? —escuché su voz gruesa antes de verlo aparecer en la habitación lentamente.

—Brad —dije apenas, como si me hubiera costado recuperar el aliento.

Noté como sus ojos barrieron mi cuerpo, y cómo el brillo particular de su mirada aprobaba el look de Gina. También me sorprendí cuando su traje negro e impecable aparecieron en mi vista. Solía verlo un poco desprolijo, justo después de que un largo día de trabajo pasara factura a su imagen. Me parecía sensual su cuello abierto y sus mangas arremangadas, o las arrugas en la tela acompañando las grandes ojeras, pero estaba claro que todo este tiempo me había perdido la mejor parte. Justo esa parte previa al día de trabajo.

Su camisa estaba impecablemente blanca y lisa, cerrada en su cuello y sus mangas hasta sus muñecas. Un moño negro adornada su cuello, y su inmaculado saco negro prendido delante junto al pequeño pañuelo blanco en su bolsillo, terminaban de concluir el conjunto formal y perfecto para la velada que nos esperaba.

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—¿Estás lista? —su voz me pilló observándolo.

—Eso creo—. Intenté disimular mis nervios, pero solía ser muy transparente a veces.

—¿Eso crees? —La duda en mi voz no le gustó en lo absoluto.

—No estoy convencida que este vestido sea el adecuado —me justifiqué y oculté las millones de inseguridades que me aterraban bajo esa excusa.

—Por algo Gina habrá insistido en ese vestido, ¿no crees?

—Lo sé, pero...

—Termina de alistarte —interrumpió—. Estaré esperando abajo.

—¿Tú estás listo? —pregunté rápidamente antes de que pueda marcharse.

La ansiedad se reflejaba en su rostro, igual que el cansancio o el insomnio en sus ojeras.

Estaba claro que no era la única que no había podido dormir.

En el brillo de sus ojos estaban sus nervios, y justo por detrás, escondido en un rincón, ese mismo miedo a apostar algo que, según él, ganaría sin dudarlo.

TUS SOMBRAS [ + 18 ]Where stories live. Discover now