Capítulo 16

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Volver al alcohol había sido una pésima idea y me pasé arrepintiéndome de esa decisión durante todo el maldito día. Sentía mi cabeza explotar, partiéndome el cerebro en dos del dolor producto de la resaca. Sumado a eso, el hecho de tener que volver a casa y lidiar con Elizabeth terminaba de agotarme. Pero no podía más, necesitaba mi cama ahora mismo.

Planeé evitar cualquier encuentro que me obligara a observarla a los ojos.

Suficiente tenía con la vergüenza de haber aflojado la lengua y dejarme llevar por sus juegos la noche anterior.

Pero, como de costumbre desde que Elizabeth llegó aquí, mis planes no salieron como lo planeado. Apenas puse un pie fuera del auto su presencia ya estaba allí, clamando por mi atención.

Podría haberla ignorado, eso es cierto, pero algo me impidió hacerlo.

O, mejor dicho, su piel me impidió hacerlo.

Estaba recostada boca abajo sobre un inflable, flotando tranquilamente en las calmadas aguas de la hermosa laguna de mi entrada. El sol caía directo sobre su piel morena, filtrándose por sus poros y haciendo brillar más de la cuenta a la curva perfecta de su espalda. Pero no fue sólo su línea media al desnudo la que me volvió loco, sino, lo que seguía mucho más abajo. Las bragas de su bikini naranja fluorescente clamaban por mí, suplicaban en silencio que las observara. No pude resistirlo y me perdí por un segundo en su cuerpo, en la tentadora vista de su trasero. Grande, redondo, perfecto. En la parte trasera de sus piernas, en la forma en que sus pantorrillas sobresalían de lo demás aun descansando tranquilamente sobre ese inflable. Tenía sus brazos cruzados por delante dónde apoyaba su cabeza de lado, su cabello estaba recogido en una coleta y sólo dejaba caer ciertos mechones al agua.

La tranquilidad del momento fue contrastante a mis sentimientos. De pronto me endurecí. Mi cuerpo se tensó y el bulto en mis pantalones lo sentí crecer levemente.

Maldita sea. Su cuerpo era idílicamente perfecto.

Carraspeé para mí mismo al percatarme de mi actitud —no podía perder el control de esa manera— y volví la mirada al suelo para poder acercarme.

—¡Ey! —su voz me sorprendió— Hoy llegaste temprano.

—¿Quién dijo que podías usar la piscina? —pregunté bruscamente, en el constante intento de no desviar la mirada de mi objetivo principal: su rostro.

—Wow, alguien tuvo un mal día hoy...

—Te pregunté algo Elizabeth.

—No creí que fuera necesario pedir autorización.

—Sal ahora mismo.

—¿Por qué? —Sus ojos se abrieron de par en par.

—Porque yo lo ordeno.

—Pero, no estoy...

—¡Qué salgas ahora mismo maldita sea! —grité impaciente.

Mi cabeza ya no podía más.

—Está bien —susurró precavidamente al ver mi humor—. No era necesario levantar la voz.

Suspiré profundo y corrí hacia la cocina.

Lo mejor era evitar su cuerpo así, casi al desnudo.

Desesperado busqué un calmante y lo pasé con un trago de agua que tomé en un segundo. Con eso debería sentirme mejor, en teoría...

—¿Se puede saber qué demonios te sucede? —su voz interrumpió mi calma.

—¿Qué haces aquí? —pregunté desorientado, mientras veía gotear su cuerpo en el piso de mi cocina.

TUS SOMBRAS [ + 18 ]Where stories live. Discover now