1: Nace una estrella

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24 AÑOS ANTES

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24 AÑOS ANTES

Baham,
desierto de Áragog

Sawla Nashira era la mujer más afortunada de todo el reino de las constelaciones. Nacida en la nobleza, había evitado el destino de una vendida. Hija del mercader más poderoso de Baham, había crecido con todos los lujos y comodidades. Incluso siendo la mayor de quince hermanas, su belleza destacó entre todas, superando hasta a las más jóvenes, haciéndola la escogida para casarse con el apuesto futuro rey de cabellos blancos y ojos de oro: Lesath Scorp.

Ahora ya era reina, esposa del joven rey Lesath, y ni siquiera eso le impidió tener que pasar su embarazo en Baham, el desierto del reino. Todo porque sus quejas, dolores, náuseas y fiebres recurrentes acabaron por saturar a la ya atareada monarquía de Ara, la capital.

Prefirieron delegar el problema a su familia, para que la cuidaran y silenciaran hasta el día del parto.

Se suponía que volvería a Áragog para el nacimiento del primogénito del joven rey, pero su parto se vio adelantado un mes de manera abrupta.

Ella estaba en el balcón de piedra de la fortaleza Nashira cuando sucedió.

Abajo se celebraba un baile tradicional en sus tierras por el paso de los Ojos de Fuego, dos estrellas inusuales que acompañaban el inmenso sol de Baham una vez al año, una a cada lado; una pequeña amarilla, el gigante sol naranja en medio y el tercero de un rojo crepitante.

El día de los Ojos de Fuego la luna jamás llegaba. Tenían un día con el doble de horas hasta que, al atardecer del día siguiente, las nubes empezaban a borrar las huellas del fuego y refrescaban el paso a la luna.

Era el día más caluroso del año. Las fiestas en el interior se celebraban con ropajes compuestos por entresijos de tela que apenas cubrían la más estricta desnudez, colgando en tiras sueltas que ondeaban con el viento, creando una especie de frescura agradable.

Afuera, era al contrario. Las mujeres debían cubrirse enteras con telas gruesas esperando así minimizar el daño de la ira de los soles sobre sus pieles; solo dejaban una ranura para sus ojos, a su vez cubriéndola con un velo de seda para evitar que la arena caliente, elevada en una nube que cobraba vida y movilidad por las grandes ventiscas, les lastimara la vista.

Ese día, el oro de las pirámides relucía con el reflejo de los Ojos mientras los niños correteaban a su alrededor, levantando todavía más arena al ritmo de la música acústica que retumbaba en cada esquina, en cada mercado, dentro de cada tienda.

En la fortaleza de los Nashira las danzas que se celebraban con júbilo y vigor. El banquete era extenso e ilimitado. Los hombres modelaban su belleza en grandes tronos mientras sus vendidas les abanicaban y alimentaban directo en los labios.

Y ahí estaba Sawla, la mujer más importante de todo el reino, intentando identificar a través de un artefacto de astrología las estrellas que, aunque difuminadas por el resplandor de los soles, seguían ahí, en el cielo, escribiendo el futuro.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora