3: Maldito por las estrellas

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CUANDO LA PRINCESA TENÍA UN AÑO

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CUANDO LA PRINCESA TENÍA UN AÑO

Ara,
capital del reino

Las estrellas no escriben el destino, pero son las mejores apostadoras. El día que nació él, todas parecían tener algo para decir, y muy poco era agradable de escuchar.

El nuevo embarazo de la reina no se hizo esperar. Los rumores sobre su infertilidad luego de su primer alumbramiento habían sido tan falsos como malintencionados. La reina no había terminado su reposo cuando ya estaba dando las buenas noticias.

Esa vez no se cometieron los mismos errores. Lesath quería a su esposa cerca así que lo hizo permanecer la capital. Consagró para ella el uso de todas sus vendidas para que nunca le faltara atención. Pagó lo que hizo falta por los mejores curanderos, parteras, astrólogos, alquimistas para sus pociones y expertos en salud mental para evitarle una caída sin retorno. Descuidó todas sus responsabilidades delegándolas a su mano por ser quien cuidara personalmente a su reina, por ser padre desde el vientre, porque ya había sido suficiente rey en esos años.

Era un niño, decían las mujeres basadas en la forma de la barriga y el modo en que pataleaba. Los doctores daban las mismas esperanzas.

La cantidad de personas que pretendían ayudar con el parto atiborraba la habitación. Murmullos molestos entre los presentes, gritos bestiales con cada contracción, y un Lesath Scorp que moría con los dedos temblando en sus labios sin aceptar ningún tónico para los nervios.

A media madrugada, cuando la mayoría había abandonado su curiosidad o estaban ya adormilados, llegó el niño a la vida.

El joven rey Lesath apartó a todos con apremio para conocer a su heredero, intrigado entre si habría heredado el blanco de sus cabellos o el plata del de su abuelo. ¿Tendría ojos de oro, o ambarinos como los suyos?

Por al menos un milenio, de generación en generación, jamás había nacido un Scorp hombre que tuviera rasgos distintos a esos.

Y entonces... Vio unos horrorosos ojos negros espantados de su entorno, y el indicio de un castaño en su cabello.

Dio un paso atrás, sintiendo cómo lo adelantaban al menos siete personas para conocer al próximo rey, y ese retroceso vino con la sensación de un mareo que subió la bilis a su garganta.

«Sacó los rasgos de Sawla», se dijo a sí mismo.

—¿Cariño? —se oyó decir a la reina buscando entre los presentes a su marido.

Lesath fingió una sonrisa y fue con su esposa, acariciando su cabello sudado, evitando a toda costa ver la cosa entre sus brazos que seguía sin llorar, pero parecía tan sano.

—¿Estás bien? —le preguntó.

—Un poco mareada.

«Ya somos dos».

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora