Capítulo 2

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El rumor había corrido como un incendio forestal: Lady Isamar Merak se casaría con el gran e inigualable sir Volant

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El rumor había corrido como un incendio forestal: Lady Isamar Merak se casaría con el gran e inigualable sir Volant.

En los carruajes todos felicitaban a la feliz pareja y los atiborraban de obsquios. Las damas ahogaban a preguntas a los enamorados, y los nobles murmuraban sobre la alianza entre Hydra y la familia Merak, y la pasión desenfrenada que habían de tener los novios para que la mano derecha de lady Indus Sagitar dejara su puesto en la guardia para formar una familia con una segunda hija.

Era una pesadilla nada más escucharlos reírse.

Shaula no podía ni ver la cara a sir Lencio, que, aunque no hacía preguntas, se notaba decaído por la misteriosa ausencia de la vendida sin nombre. Tampoco podía estar cerca de sus doncellas y escucharlas hablar del compromiso.

Ni mucho menos se hablaba con su padre.

Era como estar en el cielo más grande, pero vacío de estrellas.

Así que las semanas de viaje se tornaron ciclos de una agonía silenciosa. Shaula comía lo justo, y vomitaba una de cada dos comidas. Dormía poco, y lloraba en silencio durante el insomnio.

Ara le estaba arrancando el alma en fragmentos.

Juntos, Merak y Volant se veían... Pues exactamente igual que como se veía Isamar junto al barón.

Esa era la falsa Isamar, la de fácil sonreír, la que Shaula aborrecía.

La real, la de la biblioteca, la del invernadero, la del bosque congelado, la de cada desayuno y cada baño, esa había sido solo para ella.

Sus pétalos y poesía.

¿Esa Isamar existía, o había sido fabricada a conveniencia de las necesidades de la princesa?

Shaula, a costa de sentirse desfallecer, había comprendido algo espantoso, algo terrible. S3ntía que la vida había sido arrancada de su pecho, y eso solo podía significar una cosa:

Su corazón ahora tenía dueño, como bien le enseñó Isamar. Y la ladrona era ella, la maldita doncella que le enseñó a besar las estrellas, misma que se había mostrado empeñada en robarle el corazón, y ahora que lo tenía hacía añicos sus fibras más sensibles.

Y Shaula ya no sabía cómo recuperarlo, o cómo destruirlo hasta que ya no fuera capaz de sentir con él.

—Tiene usted un aspecto deplorable, princesa —dijo sir Volant, sentándose junto a la princesa.

Habían cruzado ya todo el tramo nevado y se habían sentado a contemplar la belleza floreada de los terrenos más próximos al castillo.

Shaula tenía una margarita entre sus manos. Era la quinta a la que desojaba mientras su comida, intacta junto a ella, se llenaba de bichos.

Shaula quería decirle muchas cosas al innombrable junto a ella, pero sabía que no podía mostrarse como la gacela a la que fácilmente se podía herir.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora