41: Besar las estrellas

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Naces y aprendes a vencer un día, recobrar energías, y a afrontar el siguiente

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Naces y aprendes a vencer un día, recobrar energías, y a afrontar el siguiente. Supervivencia, le llamó Shaula. No puedes llamarlo vida hasta que tienes un motivo para levantarte; hasta que besas las estrellas, y estás dispuesto a morir por su explosión.

—Bella es un nombre hermoso —dijo Isamar a Shaula—. Tal vez el cielo se lo conceda, si lo desea lo suficiente.

Ambas caminaban por el castillo en dirección a los baños de mujeres, cada una con uno de los cocteles granizados con fruta que ofrecían en el baile.

Con los tacones de Shaula y al Isamar ir en calzado masculino, la diferencia de altura era todavía más notoria, pero Isa no se veía fácil de intimidar con su cabello rebelde y ojos ahumados de largas pestañas. Era un estilo diferente, pero tenía su atractivo.

—Qué optimista has salido, Isa.

—Es una fase del alcohol, supongo.

El silencio se prolongó entre ellas cual espectador inoportuno, poniendo nerviosa a una, y llenando de ansias a la otra. Entre el eco de los pasos y el roce de las telas, se intercambiaban miradas furtivas.

¿Qué callaban entre ellas, o qué decían esos gestos que parecían no tener traducción?

Había una innegable incomodidad entre ambas, a la vez que un impulso incongruente por no separse.

—Entonces... te casas.

El comentario de la princesa bosquejó una sonrisa pícara en su doncella.

—Veo que no lo supera.

—No es que no lo supere, simplemente... no sé si lo apruebo.

—Por suerte no es su deber aprobarlo.

Shaula respondió casi con un gruñido.

—De todos modos... —Isamar se frenó cruzando sus brazos—. ¿Por qué?

—¿A qué te refieres?

—¿Por qué no aprobarlo?

Shaula se encogió muy levemente de hombros.

—No me gusta la manera en que te mira.

—¿Y cómo me mira?

La princesa de los escorpiones miró a Isamar Merak, la sencilla hija de pescadores vestida de hombre, y descubrió que no tenía respuesta para su pregunta. Solo la justificación de su desagrado.

—No lo sé, pero si pudiera prohibir algo a todo el reino, sería esa mirada, siempre que fuera dirigida a ti.

—Eso no tiene lógica alguna, princesa.

—Para mí la tiene.

Lo cual era falso. Shaula no entendía su aversión hacia el pretendiente de Isamar, simplemente la sentía, y se aferraba a ella.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora