Capítulo 1 (Libro 2)

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Las estrellas escogen nombres y forman cosmos; prometen reyes y perpetúan dinastías

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Las estrellas escogen nombres y forman cosmos; prometen reyes y perpetúan dinastías. No escriben el destino, pero apuestan por el que creen más probable.

Ellas escogieron a Shaula Scorp Nashira como la primogénita de su linaje. Nombrada por la estrella más brillante de la constelación de Scorpius, hizo a los grandes soles de Baham presenciar su nacimiento, y a las serpientes del desierto doblegarse ante su temple. Y aún así, un bastardo y un segundo hijo tienen más derecho al trono que ella.

Por nacer mujer.

Y nada de eso le importaba, ya no, no entonces.

La princesa Shaula fingía leer en el alféizar de la ventana, su pulso muerto. Sus tres doncellas disfrutaban del último desayuno en Deneb entre risas e intercambios de comentarios sobre sus ilusiones del regreso a Ara.

La princesa no compartía ni la comida, ni la mesa, y era la única que no estaba vestida para salir.

Hasta sus guardias se habían puesto a su disposición, listos afuera. Nadie había preguntado por la vendida. ¿Quién pregunta por una vendida?

Isamar se veía tan natural en su alegría, tan honesta en su comodidad. Estaba vestida de rojo y negro, con guantes de cuero que parecían una extensión de sus mangas.

Era preciosa... Pero entonces le pareció tan artificial, tan vacía de la autenticidad que siempre le había cautivado.

—Quiero —anunció Shaula. Todas habían pasado de extrañarse por su distancia a olvidar su presencia, así que al escucharla hablar tan de improvisto, se sobresaltaron. Y por su tono, no quedó una sola sonrisa en aquella alcoba, ni uno solo de los cubiertos volvió a moverse— que terminen cuanto antes, y que junto a mis guardias lleven las maletas a los carruajes. Hoy solo Isamar me ayudará a arreglarme.

—Alteza —habló Altair—, si me permite opinar...

—No se lo permito —sentenció.

—Como prefiera, princesa.

Isamar esperó a que todas se fueran, y entonces se paró frente a la princesa, las manos juntas detrás de la espalda, la cabeza gacha en espera de la siguiente orden.

Sabía que algo estaba pasando.

Eso era grave, porque que Isamar entendiera que algo malo pasaba, y que lo aceptara con tal sumisión, como si fuesen desconocidas, era como confirmar que todo era cierto.

Y Shaula no quería que fuera cierto. No quería imaginar a Isamar casada con nadie, mucho menos tener la certeza de que así sería. Tendría que felicitarla, asistir a su boda, ver el beso entre ella y sir Volant...

Ni siquiera quería iniciar aquella conversación.

Isamar alzó la vista.

La claridad matutina que se colaba por la ventana transparentaba el camisón de la princesa de los escorpiones, y delineaba su silueta desnuda. Jamás se había visto tan sobrenatural como entonces, con su figura endiosada por el sol congelado de Deneb.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora