Prólogo; RK800.

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15 de agosto, 2038

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15 de agosto, 2038. Planta 70, torre de pisos de Detroit. 20:29 p.m.

Tu vista se tornó borrosa debido a un ataque de dolor de cabeza, causado tras haber estado en el mismo lugar durante un largo tiempo, sin ningún maldito ápice de progresión. Estabas cansada, muy cansada, mental y emocionalmente.

— ¿Dónde coño está la ayuda que nos iba a enviar CyberLife? Se toman esto como si fuera una puta coña.

Escuchabas al jefe de la SWAT, el capitán Allen, quejarse de las ayudas externas a los departamentos y cuerpos policiales. Lo cierto es, que Cyberlife se dedicaba a hacer androides para encargarse de tareas domésticas, hacer encargos, vigilar, ser dependientes en algunas tiendas... Pero era la primera vez que querían atreverse a meter a uno de ellos en casos mayores, como un secuestro involucrado con un asesinato previo.

Las puertas del ascensor se oyeron desde el otro lado de la casa. Tú, personalmente, estabas encargándote de la habitación de la niña, la niña que ahora era una rehén. Los gritos de su madre suplicando que salvaran a su hija llevaban reconcomiendote durante largos minutos. Hasta que, por unos segundos, oíste como cesaban.

— Por favor, salve a mi pequeña... — La mujer calló sus súplicas durante unos segundos. — Espere... ¿Que envía a un androide?

Tras aquella pregunta que hizo con una voz sumamente ahogada, salió de allí, dirigida por un miembro de la SWAT, mientras sus súplicas eran escasamente oídas.

— ¿Por qué no envía a una persona de verdad?... — Su voz se oía cada vez más lejos. — ¡No deje que esa cosa se acerque!

La ayuda había llegado. Aquel androide que CyberLife mandaba había hecho presencia en la escena. Todavía no le habías visto la cara. Seguías ahí metida, en aquella habitación que parecía tan normal cómo siempre. En aquella habitación, dónde la niña debería estar jugando, pintando, haciendo sus deberes, o escuchando música. Cualquier cosa, menos estar retenida por su androide.

Saliste de ahí al poco tiempo, finalmente decidiste que era lo más correcto para tu estado mental. Ibas a explotar tras escuchar tanto disparo, helicópteros y gritos desesperados de una madre al borde de una crisis nerviosa.

Pasaste por la sala, visualizaste al padre de la rehén, el cual había muerto tan sólo minutos antes de que llegarais. Si no fuera por los disparos que adornaban el pecho de su cuerpo sin índices de vida, no dirías que estaba muerto. Pues era demasiado reciente.

Te acercaste lo máximo posible a la posición del androide rubio, parándote justo delante de la salida a la terraza. Eras una subteniente, y a temprana edad. Joder, debías saber lo qué hacías..., o quizá no. Un chaleco antibalas protegía tu torso. Tal vez por eso es que ibas a acometer una gran estupidez por tu parte.

El detective androide seguía analizando el mayor número de pruebas que podía para llegar a algún lado. A penas le habías visto, solo de espaldas. Pero tu compañero, el cual estaba desangrándose en alguna parte de aquella azotea, no podía esperar a que aquel RK800 terminara de revisar sus valiosas pruebas para apelar con la muerte para saber si se iría.

Inestabilidad ⨾ ConnorOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz