XIV; Cuerpo A Cuerpo.

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9 de noviembre, 2038

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9 de noviembre, 2038. Barco abandonado, Jericho. 21:49 p.m.

— Enith... — Cuando Connor dejaba salir tu nombre de sus labios te parecía que era mil veces más bonito. — Le dije que no quería que viniera, es peligroso...

— ¿Crees que estaría aquí si me importara mínimamente el riesgo que puedo llegar a correr? — Las preguntas retóricas eran tu especialidad, sin ninguna duda. — No me importa ponerme en peligro, si eso significa que puedo protegerte.

Miraste a Markus, el cual presenciaba la escena sin decir una palabra.

— Eres esa humana... — Soltó el líder de los divergentes, sabía que eras tú de quién Connor le había hablado, y la que había visto en sus recuerdos.

— ¿«Esa»?... — Procuraste ignorar aquello para centrarte en él, pues suponías que no te iba a contestar. — Y tú eres Markus, el líder de los divergentes... — Diste un paso al frente, haciendo que Connor quedara a un lado. — Déjame decirte que... admiro mucho tu causa, y que estoy de vuestro lado. — Sonreíste débilmente, decidida de tus propias palabras. — Merecéis ser libres tanto como nosotros.

El divergente te miró con una mezcla de sorpresa y admiración.

— Ahora entiendo lo que me has dicho, Connor. Y todo lo que he visto...

Mirabas al divergente confundida, para luego retroceder un paso hasta estar delante de Connor.

— ¿De qué habla?

— D-de nada... — Su voz sonaba distinta a otras veces, ya no parecía que hablaba algo programado en él.

— Tu voz... — Te acercaste a él del todo, poniendo tus manos en su rostro, mientras los acariciabas levemente. — ¿Por qué suena distinta? — Algo en su tono era diferente, y debías preguntar.

— Yo... — No sabía cómo confesarte de que, por fin, se había dado cuenta de quién era, de que era un divergente; y que estaba enamorado de tí. — Perkins... — Y, en ese momento, Connor recordó a qué habías venido - a parte de salvarlo -.

— ¡Mierda! Seguro que a estas alturas sabe la ubicación de Jericho.

Markus os miraba con preocupación, mientras vosotros seguíais en la misma posición; con tus manos sobre sus mofletes.

— Van a atacar Jericho... — Confesó por fin Connor.

— ¿Qué?... — Markus parecía no querer creérselo, aunque ya estaban más que preparados para algo así.

— ¡Tenemos que irnos! — Unos ruidos no muy lejanos amenazaban con la seguridad de Jericho.

— Mierda... — Markus comenzó a correr hacia fuera del barco. Connor imitó su acción, agarrando tu mano para que pudieras seguir su ritmo, o para que no lo abandonaras.

Inestabilidad ⨾ ConnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora