XV; Si Tú Vas, Yo También.

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10 de noviembre, 2038

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10 de noviembre, 2038. Vieja iglesia abandonada de Detroit. 19:31 p.m.

— Estoy preocupada, Connor. — Tus palabras salían con suavidad de tus labios. — No sé nada de Hank desde hace más de un día, ¿y si Perkins lo pilló?

Estabas sentada en el banco de la iglesia, aquel en el que te sentó Connor la primera vez que llegasteis, encima de Connor, como se sientan los niños encima de los falsos reyes magos cada Navidad para pedirles regalos en los centros comerciales. Tus piernas por encima de las suyas, mientras jugaba con una de las hebras de las mantas que te trajeron Markus y Josh el día anterior.

— Seguro que el teniente está bien. Sabe cuidarse. — Asentiste, sabías que tenía razón, pero no podías evitar preocuparte por él. No te perdonarías nunca que algo le llegara a pasar.

Gracias al encuentro de ayer con Connor, tu temperatura subió considerablemente. El fuego, las mantas, la ropa seca y la comida ayudó bastante en tu recuperación.

Dejaste tu cabeza apoyada en el pecho de Connor, cerrando los ojos poco a poco. Parecía que estabas a punto de dormirte, pero no habías conseguido descansar del todo por culpa de la situación que estabais viviendo en esos días.

Unos pasos que se acercaban hicieron que Connor te apartara con cuidado y se levantara a recibir a Markus.

— Es culpa mía, los humanos pudieron localizar Jericho... — Tuvo esa conversación pendiente con él desde que lograsteis huir con vida de allí. Markus había estado ocupado organizando los movimientos que harían, por eso no pudieron hablar. — Fui estúpido... Debí sospechar que me utilizaban.

Tu rostro entristeció cuando lo oíste decir aquello último, te levantaste lentamente, sentándote en el banco mientras mirabas a los androides. Pasaste una de las mantas por tu cabeza, cubriendo toda la parte superior de tu cuerpo.

— Lo siento, Markus... — Connor se acercó a él. — Entenderé que dejes de confiar en mí.

— Ya eres uno de nosotros. Tu sitio está con los tuyos. — Mientras el líder se retiraba de allí, Connor volvió a hablar.

— Hay miles de androides en la planta de montaje de CyberLife. Si los despertamos, tal vez se nos unan y equilibren la balanza...

— ¿Quieres infiltrarte en la torre CyberLife?

— ¿Qué? — Te acercaste de golpe, dejando atrás la manta. — No puedes hacer eso. — Te acercaste a ellos mientras tu mirada no abandonaba la suya.

— Connor... es un suicidio...

El androide os miró a ambos para dejar su mirada en Markus.

— Confían en mí... me dejarán entrar.

— Nos dejarán entrar. — Acentuáste la primera palabra.

— ¿«Nos»? — Connor preguntó aquello negando con su cabeza después. — No, si alguien es capaz de infiltrarse en CyberLife, soy yo.

Inestabilidad ⨾ ConnorWhere stories live. Discover now