Detroit, distrito de Michigan, Estados Unidos. Año 2038. Los casos de divergencia se propagaban sobre los androides como si fuera una especie de virus.
Tú, Enith Anderson, una subteniente con experiencia. Y tu compañero, - y tío - Hank Anderson, ser...
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13 de enero, 2039. Casa de Hank.07:26.
─ Entonces, ¿cómo has dormido? ─ La pregunta de tu tío de pilló de imprevisto, pues casi pareciste ahogarte con el café de la mañana.
─ Me quedé dormida en el sofá, por culpa del informe.
─ Ya... ─ No sonó muy convencido, pero tampoco podía cuestionarte más ya que no soltarías prenda.
─ Aquí tienen. ─ Connor apareció, como cada mañana, con un pequeño desayuno para ambos.
─ Gracias, Connor. ─ Dijiste.
Él te miró con una expresión molesta y a su vez socarrona. Y, automáticamente, recordaste la situación de anoche y cómo te contó que no le gustaba que lo llamaras por su nombre.
Desayunaste con ganas, ya que el día anterior no comiste nada finalmente, y tu tío se marchó a buscar su chaqueta.
─ ¿Qué te dije anoche? ─ Preguntó el divergente, aprovechando que Hank no estaba ahí.
─ Mmh... ─ Te hiciste la tonta, fingiendo no recordar lo que te dijo.
Se acercó a ti y posó ambas manos en tu cintura, sin dejar de mirarte.
─ ¿En serio no lo recuerdas? ─ Te llegó a dar lástima pues él aún era poco capaz de pillar las ironías o las bromas.
─ Era broma, Connor. ─ Te miró frunciendo el ceño. ─ ¿O debería decir cariño, bonito, mi amor, mi vida...? ─ Dabas besos en sus mejillas mientras pronunciabas los motes cariñosos y, mientras lo hacías, oías la risa de Connor muy cerca de ti.
Tenía una risa bonita.
Oíste un carraspeo proveniente de la sala, os girasteis para ver a Hank llamando vuestra atención.
─ Vamos... ─ Soltó, mientras se dirigía a la puerta.
Volviste a mirar a Connor, este sonrió para darte, esta vez a ti, un beso en la mejilla, antes de salir.
Comisaría de Policía de la Ciudad de Detroit.
─ ¿Estás completamente segura? ─ Tu tío te miraba, recargando sus brazos en su mesa, dejando de lado su tablet.
─ Sí. ─ Suspiraste sin mirarlo. ─ Ya te lo dije cuando murió mi padre.
─ En..., quizá te solucione muchas cosas... Joder, quizá te conteste muchas preguntas.
─ No. ─ Seguías negando las palabras de tu tío, logrando que este soltara un pequeño bufido al ver lo terca que eres.
─ ¿De qué hablan? ─ Connor llegó con dos vasos a vuestros escritorios.
─ Nada. ─ Intentaste no sonar cortante con Connor, la insistencia de Hank te había alterado un poco. ─ No hablamos de nada.
─ Enith, eres la persona más terca que he conocido. ─ Tu tío terminó con la conversación, cosa que agradeciste. Aunque te estabas empezando a plantear las palabras que te llevaba diciendo esos últimos días.
