Detroit, distrito de Michigan, Estados Unidos. Año 2038. Los casos de divergencia se propagaban sobre los androides como si fuera una especie de virus.
Tú, Enith Anderson, una subteniente con experiencia. Y tu compañero, - y tío - Hank Anderson, ser...
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16 de enero, 2039. Estación del Departamento de Policía de la Ciudad de Detroit. 0:02.
Solo escuchabas voces, movimiento, ruido de herramientas y máquinas. Pero lo único en lo que podías centrar era en el pitido que taladraba tus oídos y mente.
Cada maldita palabra que te culpaba a ti de lo que había ocurrido un rato antes. Estabas sentada en un sofá que estaba fuera de la sala de la que emanaba dicha cantidad de ruido. Sentada ahí, sola, con la mirada perdida sobre el ventanal que dejaba ver a toda esa gente culpable del movimiento.
Y a Connor, quien estaba tumbado sobre la camilla. Teóricamente, nada podían hacer todas esas personas por él, ya que sin una bomba de thirium estaba perdido, por completo.
— Me da exactamente igual que CyberLife quiera desatenderse de esto. ¡Quiero aquí ya una puta bomba de thirium! — Reconociste la voz de tu tío, hablándole al teléfono con desesperación. Pero tampoco querías entender sus palabras.
Hank se encontraba justo para salir por la puerta de cristal, deseando dar un portazo si CyberLife no colaboraba.
— Les pagaremos si eso es lo que quieren, pero... ¡Que venga alguien de una puta vez!
— Enseguida, capitán. — Se oyó claro desde la otra línea.
— Date prisa, chaval. Y diles que si lo hacen rápido tendré que presentarme ahí, y recuerda que la sociedad está de nuestro lado.
— Muy bien... — Salió en un susurro. El pobre androide que trabajaba en recepción no entendía del todo porqué un importante miembro de la Policía Nacional de Detroit estaba tan desesperado por conseguir dicho objeto, pero se puso a informar en cuanto colgó la llamada.
— Esos capullos... — Susurró. — En. — Te miró, pues no sabía que estabas ahí sentada. Y se acercó al sofá. — ¿Qué tal estás?
No contestaste, seguías mirando hacia aquel movimiento constante en la sala y a tu androide tumbado sobre la fría camilla.
— Te juro que estoy haciendo lo posible por recuperar a Connor. Pero ya sabes cómo es CyberLife y... — Volvió a mirarte, y se dio cuenta de que, probablemente, no lo estabas escuchando.
Suspiró y se sentó junto a ti. Apoyó su mano sobre la tuya, la cual estaba posada en tu rodilla.
— Sé que es difícil, pero debes ser fuerte por él. Sobretodo porque eres la mujer más fuerte que conozco. Y probablemente la persona también. — Rió amargamente.
Pero tú seguías sin hablar.
— Es culpa mía, papá. — Susurraste.
— ¿Qué? — La voz de Hank salió, sonando casi hasta acusadora. — No digas esas cosas, En.
─ Si no me hubiera peleado con él no se hubiera ido solo con esa... Esa androide.
─ Mira... ─ Se acercó más a ti aún agarrándote la mano. ─ No creo que eso se le ocurriera en ese preciso momento. Más bien, está claro que lo tenía planeado desde hace tiempo... Si no hubiera sido de esa forma, hubiera sido de otra.
