𓏲 Capítulo 28

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La vida como la conocía, se había acabado para Myoui Akira, no podía ni siquiera ubicar a su esposa, no sabía nada de ella ni de donde estaba, y eso lo ponía de los nervios.

El día en el que todo se derrumbó, salió tras Sowon, trató de explicarle, de hacerla entender el por qué no podía solo romper su matrimonio, pero ella ya no quería escucharlo. Sowon estaba destruida, incluso creyó que iba a ser débil e iba a ceder, sin embargo, ver a sus hijos la hizo entender de que no merecían eso, no merecían una familia a medias. Akira no estaba de acuerdo, él siguió insistiendo en que podían sobrellevarlo, pero todo fue inútil, ella no cedió a darle oportunidad, llegando al acuerdo de que cada vez que él quisiera ver a sus hijos, podía hacerlo, más no podía quedarse de nuevo en su casa.

Akira estaba destruido, amaba a Sowon, la atracción hacia ella fue inmediata cuando se conocieron, lo sacó de aquel pozo oscuro en el que estaba sumergido, convirtiéndolo en otra persona, pero él no estaba dispuesto a dejar a Sachiko, no mientras aún tuviera una imagen que rescatar.

Ya había pasado casi una semana sin saber de sus hijas, sin saber de su esposa, y lo enfurecía enormemente que la única noticia que tenía de Sachiko eran esos estúpidos sobres en los que solicitaba el divorcio. A su trabajo llegaban a diario esos sobres, atormentándolo, haciéndolo ver cada vez un poco más lo arruinado que estaba su matrimonio, pero no iba a aceptarlo, no iba a firmar ningún papel si eso significaba perder lo último que le quedaba.

Esperaría un tiempo más y regresaría a casa con la esperanza de encontrarse ahí con su esposa, ella debía obedecerle a como de lugar, jamás aceptaría algo como un divorcio a menos que él lo diga.

— Dahyun, ¿ya estás en casa? — la señora Kim apareció en la sala al escuchar la puerta abrirse unos segundos antes

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— Dahyun, ¿ya estás en casa? — la señora Kim apareció en la sala al escuchar la puerta abrirse unos segundos antes.

— Hola, mamá — sonrió con dulzura, acercándose a saludarla con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla — ¿Te sientes bien? — tocó su frente con el dorso de su mano, sintiéndola un poco tibia — Tu temperatura está empezando a subir.

— Pero me siento muy bien — sonrió de manera tranquilizadora, apartando la mano de su hija — ¿Cómo estuvo tu tarde en casa de Sana? ¿La pasaron bien? — cuestionó, guiándola hacia el comedor con una gran sonrisa.

Dahyun asintió con una débil sonrisa, sintiéndose mal una vez más por mentirle al respecto. Muchas veces pensó en hablarle sobre Momo, pero en cada una de esas veces, terminaba perdiendo todo el valor para hacerlo, sabía que una noticia así terminaría de destruirla, y no quería darle más preocupaciones, suficientes tenía ya. Se preguntó a sí misma si algún día tendría el valor para decirle, pero por más que lo pensaba, menos se acercaba el día, y eso la entristecía, porque quería vivir sin tener que esconderle algo tan importante a ella, a la mujer que tanto amaba, más ahora que las cosas con Momo iban de maravilla.

La señora Kim le estaba hablando sobre algo a lo que casi no le prestaba atención, demasiado pensativa hasta que escuchó un estruendoso sonido de algo rompiéndose en la cocina. Corrió rápidamente hasta encontrarse con su madre sosteniendo su cabeza mientras con su otra mano se apoyaba en el desayunador, notándola un poco pálida. Se acercó lo más rápido que pudo y pasó uno de sus brazos sobre sus hombros para que pudiera apoyarse en ella y ayudarla a quitarse de ahí.

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