Capítulo 11

55 8 1
                                    

IAN

Me desperté con un colosal estruendo que llegó casi a tirarme de la cama. Estaba desorientado, sin saber donde me encontraba o si estaba a salvo. Mis siguientes pensamientos fueron hacia Cassandra, que se había despertado por el mismo motivo y tenía la respiración acelerada. Me acerqué hasta la ventana y me temí lo peor. Nos habían encontrado, nos llevarían devuelta a la Isla Infernal y me matarían. Cassandra volvería a ser la prisionera de Morriguen aunque ella no lo supiera.

Cassandra. 

La pelinegra parecía estar entrando en estado de shock. No se había movido y no dejaba de temblar. Recogí las pocas pertenecías que teníamos y después sacudí la por los hombros.

—Tenemos que irnos. YA—le apremié para que se moviera de una vez. No tenía ni idea de si nos habían descubierto o si no sabían que estábamos allí, pero no pensaba quedarme para descubrirlo.

Cassandra se levantó por fin y se puso los zapatos a toda prisa. Empezamos a toser por toda la arena y el polvo que estaba levantando la reyerta. Nos pusimos las camisetas de forma que nos cubrieran la boca y la nariz, así también pasaríamos desapercibidos.

Bajamos los escalones de dos en dos hasta llegar a la puerta principal. La mujer que nos había atendido el primer día estaba escondida tras la barra y los demás debajo de las mesas. Tras cruzar el umbral se desató el infierno. La multitud corría de un lado para otro intentando cobijarse y a la vez evitar a los intrusos. Corrimos por la calle principal que llevaba a la salida del pueblo. En el camino pude atisbar unos uniformes azules y mi cuerpo perdió un poco de la tensión recogida desde que me había despertado esa mañana. No nos estaban siguiendo. Era uno de los ataques de Nikolái. La noticia me tranquilizó, porque aunque ese ataque fuera culpa nuestra (nos estaban buscando), todavía no habían dado con nosotros.

Atisbé como Cassandra ralentizaba su paso hasta pararse completamente frente a un grupo de soldados de Nikolái. Tenía la boca abierta en un gesto extraño ente la sorpresa y la conmoción. La agarré de la muñeca y tiré de ella, pero no se movió ni un centímetro.

—Es él—oí su voz por encima de los gritos de desesperación.

—¿De qué hablas? —me acerqué más a ella.

—Son los soldados de Nick, esto es cosa suya.

—Pues sí, como todos los que ha habido desde hace dos años—no tenía tiempo de ponerme a explicarle nada de eso, si no nos íbamos ya nos cogerían y volveríamos al punto de partida.

Ella negaba una y otra vez con la cabeza, como si no pudiese creer lo que estaba viendo. Los soldados cada vez estaban más cerca, persiguiendo a la gente que corría en dirección contraria y si nos quedaba mirando intentado adivinar si estábamos locos o es que teníamos muchas ganas de morir.

Unos instantes más tarde, Cassandra reaccionó por fin, pero en vez de seguir la trayectoria que habíamos tomado en primer lugar, se abalanzó hacia delante. Vi lo que le había hecho actuar. Era una niña, de unos nueve años, uno de los soldados de Nikolái la arrastraba por el suelo para separarla del cuerpo de su madre que yacía sin vida. El soldado la cogió del vestido que se rajó en dos y la dejó expuesta tan solo con su ropa interior. El hombre no vio a Cassandra llegar y tampoco se dio cuenta cuando le arrebató la espada y se la clavó en el hombro sin ninguna contemplación. Recordaba como Cassandra había aprendido a manejarse con las espadas y con su cuerpo mucho antes que todos los demás. Había llegado  a derrotar a Erick un par de veces.

Llegué a su lado justo a tiempo para pararla antes de que decapitara al hombre con un solo movimiento.

—Suéltame—escupió, intentando zafarse de mi agarre—. Tiene que morir, mira lo que ha hecho.

Luz u oscuridad [Saga centenarios II] ✅Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang