Capítulo 20

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RUBÍ

Corría hacia la plataforma de madera, sin avanzar. Mis pies golpeaban el suelo una y otra vez en el mismo sitio. A lo lejos se repetía la misma imagen. El soldado del rey cortándole el cuello a Lannah, dejando que su sangre regara madera y la tierra seca de debajo. Esa era la escena que me torturaba las noches cuando dormía y todos los días al despertar. El sentimiento de impotencia al saber que no pude hacer nada por salvarle la vida.

Me frené en seco para fijarme en lo que me rodeaba y darme cuenta de que no era igual que las otras veces. Lannah se aferraba a su cuello cortado con insistencia y me señalaba la parte superior del castillo. 

—¿Qué tratas de decirme? —sabía que era una estupidez preguntar. Era un sueño, no significaba nada más que eso.

El aire salió disparado de mis pulmones cuando su rostro descompuesto y su cuello sesgado se aparecieron a tan solo un metro de mi cara. Pronunció unas palabras sin emitir sonido alguno.

—¿Tiene algo que ver con tu muerte? —seguí cuestionando.

Asintió despacio. Volviendo a señalar una de las torres.

—¿Quieres que vaya al refugio?

Se quedó en silencio, mirándome. Insistió en vocalizar algo, pero esta vez el viento atrajo el sonido y pude escuchar perfectamente a que se refería. Era un nombre.

—Katerina.

Desperté con el corazón en la boca. Las sábanas se me pegaban a los muslos por el sudor. Mi respiración continuaba agitada. Erick seguía dormido como un tronco a mi lado. No podía quitarme la sensación de que había sido un sueño demasiado real. Salí de la cama y me mojé el cuello con un poco de agua. Nada de esto podía ser coincidencia. Lannah murió sabiendo algo y el hecho de que nombrara a Katerina, que me había ayudado a salir de la isla, solo hacía acrecentar mi curiosidad. Me puse una de mis batas que ahora guardaba en el armario de Erick y dejé atrás la habitación. No sabía que hora era, pero supuse que muy entrada la noche ya que no había ni un alma despierta a excepción de los guardias del turno de noche. Dubité al encontrarme a los pies de la escalera. No tenía miedo de Lannah y sabía que si me había enviado hasta allí era por una buena razón. Sin embargo, no podía dejar de pensar que me iba a encontrar con algo que podía cambiar el destino de todos nosotros.

Siempre creí que la razón principal de que el rey la secuestrara y la asesinara había sido yo. Ahora se me pasaba por la cabeza que tal vez averiguara una información demasiado valiosa, una lo suficientemente importante como para matar por ella. Enderecé los hombros y subí los escalones de dos en dos. No iba a averiguar nada si me quedaba esperando como una idiota. Al llegar al piso vacío de la madre de Erick pude atisbar que la capa de polvo había aumentado con el paso de los años.

Me dispuse a coger la banqueta para tirar del cordel que daba al refugio. Un viento antinatural provocó que casi me cayera. Bien. Lo que buscaba no estaba en el refugio, si no aquí abajo.

Revisé todos los cajones y recovecos en los que podría haber ocultado la información. Solo conseguí que me picara la nariz y estornudar más de cinco veces seguidas. Me planté entonces en medio de la habitación con una capa de sudor cubriéndome la frente y parte de la espalda. No tenía ni idea de a que se refería Lannah en el sueño.

Me senté en la banqueta. Nada parecía estar fuera de su lugar o desordenado. Observé entonces el cuadro que tenía en frente, el único que no estaba tapado como el resto. El mismo que vi el primer día que Erick me encontró aquí. El cuadro de su madre. Katerina. Me acerqué hasta él sintiendo el corazón en la garganta. 

El cuadro era grande y bastante pesado, así que tuve que hacer un gran esfuerzo por que no se me cayera encima. Revisé su parte trasera, pero no había nada. Solté un bufido. No podía estar en ningún otro lugar. Me giré hacia la pared y empecé a palmarla en un intento de encontrar algún escondite. Pasé las manos varias veces por el papel pintado hasta dar con un pequeño abultamiento dentro del mismo. No se veía a simple vista, por lo que habría pasado desapercibido para cualquiera que hubiera removido el cuadro. Metí la uña entre la pared y el papel y empecé a rasgarlo poco a poco. Se despegó sin resistencia dejando claro que alguien más ya lo había hecho anteriormente. A mis pies cayó una hoja de papel doblada varias veces.

No dudé ni un instante cuando lo recogí y me puse a leerlo directamente. Era una carta dirigida a mí y en ella me contaba el secreto que había descubierto cuando la dejé los libros de la biblioteca. Ese que podía salvarnos a nosotros, pero también a toda su gente. Lannah sabía que la matarían por ello, aunque no especificaba como el rey se había enterado de su descubrimiento. Leí varias veces toda la carta, memorizando la información por si en algún momento debía destruirla. Tenía que decírselo a todos cuanto antes. Tal vez esperaría a que Cassandra estuviera distraída con algo, que no estuviera presente, y entonces les revelaría la información. Pero primero tendríamos que arreglar todos nuestros problemas, me disculparía con Ian e intentaría descubrir que escondía Cassandra de una vez por todas y así volver a ponerla de nuestra parte. Las instrucciones de Lannah eran claras. Nada funcionaría si no estábamos juntos y dispuestos a colaborar.

Por lo menos ya teníamos algo a lo que aferrarnos, una manera de enfrentarnos a ellos de verdad. Eché un beso al aire y agradecí en silencio antes de volver a bajar las escaleras con la carta guardada en mi pecho. Lannah nos acababa de dar la oportunidad de salir no solo con vida, si no de derrotarles de una vez por todas.

****

Hola, hola! Siento si he estado un poco desaparecida de las redes últimamente, las vacaciones me han absorbido completamente. Pero en estos días ya me pondré al día con los videos y la escritura. 

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29/08/2022

Luz u oscuridad [Saga centenarios II] ✅Where stories live. Discover now