Capítulo 12

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Emma

La pluma se deslizo sobre la hoja con elegancia. Las palabras eran concisas, solo quería que me respondiera alguien, saber que estaban bien. Enviaba esas cartas a través de  mensajeros con la esperanza de que encontraran a alguno de mis amigos, pero todos los misivas habían regresado, sin excepción.

Le ofrecí el papel al mensajero que estaba de turno y me estiré en la silla en cuanto salió por la puerta. Me presioné las sienes para no hacer caso a los pensamientos intrusivos que habían ido siendo más recurrentes los últimos meses. A estas alturas ya tendría que saber algo de ellos. Había pasado demasiado tiempo. Inspiré hasta llenar del todo mis pulmones y solté el aire muy despacio concentrándome con como salía por la boca. Miré el despacho a mi alrededor y tiré las flores marchitas por la ventana. Ese había sido el estudio de Selen, el padre de Erick. Nos había costado una barbaridad quitar su hediondo olor de las paredes y los muebles. Todo un día entero limpiando y perfumando para que la nueva regente pudiera utilizarlo, o sea yo.

Estaba muy agradecida y me encantaba ser reina, pero no podía evitar tener la sensación de que ese no era mi sitio, que le estaba quitando el puesto a alguien.

Recogí la tinta y la metí de nuevo en el cajón. No tenía mucho más que hacer hasta dentro de una hora así que me acerqué a la estantería y alcancé uno de los tomos más gordos. Era un libro de historia del continente, de Maternas en particular. Formaba parte de la biblioteca privada del rey, aunque no tenía comparación con la extensa cantidad de libros que se decía había en Lavender. Libros que incluso estaban prohibidos por los dioses, por eso Yuki los custodiaba.

Marqué la página seiscientos quince y lo abrí por ahí. Iba por el quinto siglo de los dioses, también conocido como "El terror". La Madre les había traicionado unos años antes y los dioses se habían vengado. Los humanos residentes en Maternas se levantaban contra ellos, defendiendo a su regente, pero eran masacrados sin ningún tipo de piedad. Ese periodo había durado cien años, al menos tres generaciones que lo único que habían conocido había sido la muerte y el miedo.

Todos los siglos anteriores habían sido marcados por un acontecimiento concreto, el primer siglo fue "La llegada", cuando los cinco dioses se instalaron en el continente y asesinaron a los antiguos. El segundo "La fuente" sus dones se habían asentado y eran aclamados por los mortales por traer prosperidad. El tercer siglo era "Las fronteras" los dioses empezaron a dividirse el territorio permanentemente y los humanos empezaron a darse cuenta de que no tenían intención de dejar el trono.

Había algo extraño en el siguiente siglo, "El abismo" los dioses empiezan a ser crueles con sus súbditos. Nikolái lleva a cabo la primera masacre para estabilizar la balanza de la vida. Las fracciones entre los dioses son más que evidentes, luego La Madre se separa. Con lo cual era imposible que la traición en el siglo quinto pudiera haber desencadenado la ira de los dioses, había algo más.

Maternas aguantó como territorio independiente hasta el siglo noveno, con el abuelo de Erick. A este siglo se le denominó como "El exterminio" cuando Nikolái arraso con los seres humanos que aún poseían magia y doblegó al rey de Maternas para tenerlo a su disposición.

Leí los últimos párrafos del capítulo y apreté los puños con rabia. Al menos cincuenta millones de personas asesinadas por ellos. Elucubré sobre como pensaban nombrar a este periodo y solo se me ocurrió uno que le hacía justicia. La venganza.

—Emma, ¿Puedes venir un momento? —Fill se quedó un paso por detrás del marco de la puerta.

—¿Ocurre algo? —pregunté colocando el volumen en su sitio.

—Si, han venido los cocineros para que pruebes los platos—mi estómago rugió a consecuencia de sus palabras. No había tenido tiempo de desayunar esa mañana.

Luz u oscuridad [Saga centenarios II] ✅Onde histórias criam vida. Descubra agora