Capítulo 31

48 8 2
                                    

RUBÍ

Me serví un poco de agua justo después de que Ian se marchara. Las costillas me estaban matando. Levanté la camisa lo justo para dejarme ver los moratones que decoraban todo mi abdomen llegando casi a los pechos. Necesitaba comer e hidratarme bien antes de salir. Sabía perfectamente que era una mala idea, pero entendía porque necesitaba hacerlo y esa vez no pensaba dejar solo a ninguno de los dos. Era su mejor opción para sobrevivir.

La cortina que ocultaba el interior de la tienda se movió. Erick se quedó de pie junto a ella. Desvié la mirada y me serví otro vaso de agua. No pretendía abandonarle. Me dolía profundamente tener que separarme de él y quería que lo supiera. Fui consciente de que no había vuelto a bajarme la camisa cuando me di cuenta de a donde iban a parar sus ojos. Me tapé lo más rápido que pude, aunque ya los había visto.

—No vayas, por favor—suplicó, acercándose unos pasos—. Por favor.

—Erick...

—Se que piensas que es tu deber, pero no lo es. Tu único deber es mantenerte a salvo, conmigo.

—Dentro de un mes vendrán a por nosotros, ¿Me pedirás que no luche ahí también? —le recriminé.

Hizo una mueca.

—Estaremos más preparados, si vais ahora lo único que conseguiréis es que os maten—se justificó.

Se acercó más y me cogió la cara con las dos manos.

—Tú viniste a buscarme, aunque sabías que probablemente morirías.

—Os acompañaré entonces—dijo—, no me importa sacrificarme si es por ti. Pero no me pidas que vea como tu lo haces por alguien más. No puedo.

—Son mi familia.

—Yo también.

—Claro que sí, por eso te pido que te quedes y que cuides del resto—le rogué.

Las mejillas se me estaban calentando por tener sus manos encima y a penas podía ver algo con las lágrimas que empezaban a acumularse. Me besó cuando empezaron a deslizarse hasta sus manos. No era un beso romántico, sino uno de despedida, los dos lo sabíamos.

Le separé con delicadeza después de unos minutos y le abracé por la cintura. Escuché su corazón y el mío acompasarse. Era lo único que conseguía tranquilizarme. Saber que seguía latiendo dentro de su pecho.

—Escucha—hablé todavía con la cara aplastada en los pectorales—, Lannah me dejó un mensaje antes de morir.

Subí la barbilla para mirarle.

—¿Un mensaje? —preguntó.

—Descubrió una forma de parar los ciclos—respondí—, no solo matando a los dioses si no eliminándolos del todo.

—¿De qué estás hablando?

—De devolver el poder a la tierra. Nuestros dones son fruto de ella, si conseguimos devolver toda esa energía de la forma correcta, adiós a los ciclos—expliqué. Erick puso cara de circunstancia—. Y eso no es todo. También se como arreglar el desastre de la sobrepoblación, como hacer que acaben estas masacres.

—Una niña pequeña descubrió todo esto, ¿cómo es que nadie se dio cuenta antes?

Nos sentamos el uno junto al otro en una de las esterillas.

—Creo que Reny dejó esa información escondida en los libros cuando llegamos—me mordí el labio—. Tu padre la mató porque sabía demasiado, no sin antes decírselo a Nikolái.

Luz u oscuridad [Saga centenarios II] ✅Where stories live. Discover now