Capítulo 2.

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Lunes 7 de septiembre de 2020

Nada podía salirme peor.

¿Por qué lo decía?

Pues había tenido una pequeña discusión con mi padre. Justo cuando Darren ya había salido de su casa a punto de buscarme. Le había gritado y protestado, pero no había conseguido mi objetivo.

Papá había decidido que fuera en el auto de Aidan, pero yo no quería ir con él, odiaba que fuera tan meticuloso y cuidadoso con su auto. O sea, sabía que eso no estaba mal, ¡pero él se enojaba hasta por cambiar de música! Era fastidioso.

Ante eso, mi padre había dicho entonces que el chófer me llevara, al final, le dije que iría con Lea y Luciano, y sí, papá había sonreído y me había dicho que podía ir con ellos. No lo culpaba por aún desconfiar de Darren.

Tan rápido como pude, salí de casa. Me había colocado unos pantalones jeans, un polo de mangas largas de colores y un par de zapatillas. Me había maquillado y peinado los cabellos, no era de las que no se preocupaba por su aspecto, pero tampoco era tan meticulosa con ello.

Frente al espejo yo me había visto bien, solo esperaba verme así frente a los ojos de los demás.

¿Frente los ojos de Leandro?

Aidan estaba obsesionado con Darren y mi consciencia estaba obsesionada con Leandro.

Solté un suspiro y miré el auto de los Garson frente a casa. Sonreí cuando vi a Lea bajar de él y caminar hacia mí con entusiasmo.

—¿Lista para conseguir al chico de tus sueños?

Era nuestro primer día en la universidad, y aunque me sentía ansiosa y nerviosa, también estaba entusiasmada y positiva. Iniciar un nuevo ciclo de clases siempre me ponía de humor.

—Creí que a la universidad se va a estudiar y no a conseguir el chico de tus sueños.

—¡Por Dios, Alannah! Déjame por un momento fantasear con la historia de un libro y de un k-drama.

—Eso no sucede en la vida real —acoté solo para fastidiarla.

Caminé, dejándola atrás con un mohín en los labios. Ella no tardó en seguirme.

—¡Eres una aguafiestas! Sin embargo, eso no va a impedir que este año consigas un novio, daré mi vida por ello.

Me hizo rodear los ojos. Mi mejor amiga padecía de dramatismo e intensidad.

—Ni lo intentes, vas a fracasar, lo admito desde ya.

—Eso sí que no, por algo no me apellido Garson. Los Garson somos tenaces, así que no esperes que desista en mi objetivo.

Yo ladeé mi rostro y le regalé una sonrisa retadora, ningún Garson me iba a derrotar.

—Pues eso ya lo veremos. —Le guiñé uno de mis ojos y caminé con autosuficiencia lo poco que quedaba para llegar al auto.

Lea echó furia, tomé el mango de la puerta y subí a la parte trasera antes de siquiera escuchar lo último que me dijo. Sabía que estaba gritando furiosa como una loca, pero eso solo me hizo reír con demasiada gracia, que cuando vi a Luciano y a Leandro en la parte delantera, me callé.

Lo peor de todo es que yo no me reía con suavidad, mis risas eran grotescas y escandalosas, y eso hizo que me sintiera terriblemente avergonzada. Sentí mi rostro calentarse, hasta tenía las orejas rojas. Luciano ladeó el rostro y me miró con una sonrisa. Dios, se me puso el rostro más caliente, solo deseé que no se burlara de mis carcajadas.

O moriría de la vergüenza.

—Belleza Alannah, hermosa mañana para comenzar con tu preciosa risa —habló Luciano.

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