Capítulo 13. (Primera parte).

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Jueves 17 de septiembre de 2020

Leandro me había invitado a salir y yo había aceptado. Sí, no desaprovecharía ese momento tan especial junto a él. Quedamos en que me esperaría en la misma esquina del día lunes.

Así que allí estaba yo, frente a mi armario.

Agarré lo primero que vi, bueno, para ser sincera, sí me esmeré, así que estuve prácticamente quince minutos debatiendo en cómo debía vestirme, ¿en serio le había dicho media hora? ¿Qué me pasaba por la cabeza? Ser una persona puntual no iba conmigo, yo era de las que decía que ya iba saliendo, pero aún ni siquiera había comenzado a alistarse.

Al final, solo me fui por la opción cómoda, pero con estilo y elegancia. Unos pantalones jeans, una blusa y mis zapatillas. Agradecí que me había maquillado y peinado por la mañana. Guardé mi teléfono en mi bolso, ya iba retrasada un minuto, escribí un mensaje rápido a Leandro, diciéndole que no iba a demorar mucho.

En la cocina solo estaba Alice, no había rastro alguno de mi nana, era mi día de suerte.

—Hola, Alice —dije entrando.

Ella quitó su vista de los tomates que picaba y al verme su boca se abrió.

—Por Dios, Alannah, ¿adónde vas tan guapa? —dijo.

Me estaba sonrojando en tan solo pensar que iba a salir un chico. Alice notó mis mejillas ardiendo y comenzó a reír con picardía. Oh, Dios, debía de aprender a disimular mejor, o todos iban a terminar sabiendo que me gustaba un chico.

—En realidad... —traté de explicarme.

—¿Irás a verte con un chico? —preguntó en un murmuro.

Mi sonrojo aumentó.

—¡No! —grité—. Solo iré al centro comercial a comprar algunas cosas para la universidad.

El entusiasmo de Alice se borró.

—Oh, ¿y por qué no vas después del almuerzo?

—Almorzaré fuera, no te preocupes. Solo dile eso a tu mamá, ya sabes, para que no se preocupe.

—Está bien, yo le diré, disfruta de tu tarde.

—Lo haré, te traeré algo, besitos.

Sin esperar, salí de casa antes de que Aidan bajara de su dormitorio y me atestará con sus preguntas metiches que siempre me hacía.

La tarde se veía hermosa ese día, el sol alumbraba lo necesario y el viento era moderado, el clima perfecto.

A lo lejos vi la camioneta de Lisandro, Leandro ya había llegado, así que hice todo lo posible para llegar lo más rápido hasta él.

—Hola —dije, asomándome por la ventana.

Leandro se quitó los lentes de sol para verme, una sonrisa se formó en sus labios, lo cual me hizo sonreír a mí también.

—Hola —respondió, estuvo a punto de desabrocharse el cinturón, pero lo detuve.

—No, yo puedo sola —hablé.

Abrí la puerta y me subí al auto, olía demasiado bien, era una mezcla entre el aroma de Leandro y una desconocida, que supuse era de Lisandro.

Sei fottutamente bella, Alannah —dijo en italiano, su mano se extendió y pasó uno de mis mechones rebeldes detrás de mi oreja, me quedé embelesada, viéndolo—. Jodidamente hermosa.

La sonrisa se formó en mis labios más rápido de lo que imaginé, el retorcijón en mi estómago apareció, el cual solo lo hacía cuando Leandro me decía cosas bonitas, y ni qué decir de mis horribles ataques al corazón. Me acerqué a él a dejarle un beso en la mejilla, pero Leandro tomó mi nuca e hizo que mis labios chocaran con los suyos. Lo besé, dejé que me besara, dejé que me compartiera sus gérmenes. Okey, eso había sonado muy asqueroso.

Dime que me Amasحيث تعيش القصص. اكتشف الآن