Capítulo 17.

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Por la tarde, Theo había venido a casa, trajo consigo un pedazo de torta para Aidan y para mí. Yo ya me había comido la mía, pero tenía muchas ganas de comerme la de mi hermano, era una tentación tenerlo frente mis ojos. Aidan no bajaba de su habitación, me había dicho que no demoraba en hacerlo.

—Dios mío, me estoy tentando —dije.

Theo, quien estaba a mi lado, se carcajeó.

—Eres más fuerte que un pedazo de torta, Alannah.

Él estaba mostrándome algunas fotos que había hecho, le apasionaba tomar fotos, a pesar que no era profesional.

—Lo sé, pero entre la comida y yo, ella siempre gana.

—Mira esta, es papá de joven y al lado está mamá, esta no la tomé yo, pero mírala.

Acerqué mi rostro hasta el teléfono de Theo, su papá era igual a él, la misma réplica, y su mamá tenía los cabellos castaños, estaban abrazados, sonriendo, como si estuvieran hecho el uno para el otro.

—Se ven tan hermosos —opiné.

—Lo son, están juntos desde los diecisiete años, cerca de veintidós años de casados. Se casaron cuando mamá salió embarazada, al principio, pensé que yo era un embarazo no deseado, pero mamá me dijo que ellos me habían planificado y deseado tanto, querían tener su primer hijo a los veintidós años de edad, querían casarse y tener una familia. Supieron desde el primer momento que se conocieron que sus vidas estaban destinadas.

Estaba sonriendo, enternecida con las palabras de Theo, que no me había dado cuenta que estaba sollozando.

—Dios, Alannah. Lo siento, olvidé lo de tu madre, yo...

—Estoy bien, Theo, solo que tus palabras fueron tan bonitas que me tocaron el corazón. Y soy una sensible, solo eso —hablé con la voz entrecortada.

Él pasó sus brazos por mi cuerpo y me abrazó, su calidez era consoladora y su olor era maravilloso, se sentía como los abrazos de Lea, como una verdadera amistad. Theo me dejó ir, justo cuando el carraspeo de alguien se oyó en la sala.

Al alzar mis ojos, vi a mi madrastra con una bandeja en sus manos. Tenía puesto un vestido de alguna marca millonaria que hacía lucir muy bien su cuerpo. Definitivamente si papá y ella tenían hijos, iban a salir muy hermosos.

—Lo siento, les traje un poco de jugo de manzana que preparó Alice por la mañana —dijo, había un rubor en sus mejillas.

Para mi sorpresa, Esther Moore se había tomado en serio el papel de volverse una madrastra amable. Le sonreí, después de todo, yo también le había prometido a papá mejorar mi relación con su ahora esposa.

—Gracias, Esther —dije—. Él es Theo, mi amigo de la universidad. Theo, ella es mi madrastra Esther.

—Hola, Theo. Alannah casi nunca trae amigos a casa —habló, estrechando la mano del rubio.

—Hasta en eso nos parecemos, Alannah —respondió—. Es un gusto conocerla, señora.

Esther Moore sonrió complacida, dejó la bandeja en la mesa y sin decir algo más se fue.

—No sabía que tenías una madrastra —habló Theo, bebiendo el jugo de manzana.

—Es que no te lo conté. No nos llevamos bien que digamos, hasta ayer, ahora estamos mejorando nuestra relación de madrastra e hijastra —respondí.

Evité decirle sobre el matrimonio y lo que había sucedido la noche del día viernes, contarlo solo haría que llore más de lo que ya lo había hecho, me conocía.

Dime que me AmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora