Capítulo 12.

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Leandro me había regalado un cuaderno con sus escritos. Poemas y cuentos que él mismo escribió para mí.

Solo para mí.

Pensarlo me hacía soltar una sonrisa y acelerar el corazón a una velocidad sorprendente. Apenas llegué a casa, abrí el cuaderno. Estaba ansiosa por leer todo lo que decía, pero antes de siquiera abrirlo, la puerta de mi dormitorio se abrió y entró mi hermano con el torso desnudo. Rodé los ojos ante su visita inapropiada.

—¿Ahora qué es lo que quieres, Aidan? —pregunté en su dirección, escondiendo con mis manos la portada del cuaderno.

—Necesito el número de Lea.

Fruncí el ceño. ¿Cómo era posible que no lo tuviera? Lo más posible era que Lea nunca se lo había dado porque ambos no se llevaban, eran como el agua y el aceite. A pesar de que había hecho de todo para que mi mejor amiga se llevara mejor con mi hermano, nada había funcionado, lastimosamente. Lea decía que Aidan era un arrogante y ella sentía un repele hacia ese tipo de personas.

—No —respondí.

—¿"No"? ¿Cómo que "no"? Alannah...

—Ella te detesta —lo interrumpí—. No la pondría en una situación incómoda. Te aseguro que no quiere hablar contigo.

—Necesito hablar con ella, es importante, entiéndelo.

Alcé mi mirada para observarlo, mis ojos habían estado puesto en mis manos, procurando que no se notara nada. Por suerte, mi hermano no estaba mirando mi regalo, estaba demasiado ocupado intentando dar con el número de mi mejor amiga.

—Dime lo que quieres decirle, yo le daré tu mensaje —solucioné. Aidan negó, en verdad se veía demasiado desesperado.

—No puedo decírtelo, tengo que hablar con ella directamente.

Dudé, en verdad que lo hice, pero sus gestos preocupados decían demasiado. La ansiedad de saber se arraigó en mi cuerpo, ¿qué era lo que le iba a decir? ¿Era algo malo o bueno? Solo esperaba que no fuera lo primero. No quería siquiera pensar que mi mejor amiga se encontraba en peligro.

—Está bien, te lo daré. Espero que no sea nada malo lo que está sucediendo.

—Tú no preocupes por nada. Tu mejor amiga estará bien.

—Promételo. Promete que cuidarás a Lea, aunque no se lleven bien. —No sé por qué se lo dije, quizás porque al saber su respuesta disminuiría mi ansiedad.

Aidan se quedó callado por unos segundos, soltó un suspiro y asintió. Eso hizo que al menos me aliviara un poco.

—Lo prometo.

Sonreí y entonces le dicté el número de Lea, no sin antes advertirme que no le dijera nada a mi mejor amiga, le dije que no lo haría. Cuando él por fin se fue, sonreí de nuevo. Quité mis manos de la portada del cuaderno y miré el dibujo que había allí. Era un corazón realista, que daba entender que Leandro era muy malo dibujando. Sin embargo, a mí me encantó. Lo abrí, la primera hoja —cada una de ellas estaban amarillas por lo años que tenían— estaba vacía. Volteé. En la segunda hoja, en el centro, estaba escrito "Léelo cuando...", supuse entonces que se trataba del nombre de su obra maestra. Volteé de nuevo. En la tercera hoja, en el centro y hacia la derecha, decía "Para Alannah". Solo eso, no más, fue suficiente para sonreír como una loca enamorada. Esa dedicatoria escrita decía demasiado, esas dos palabras eras más que precisas para entender cada uno de los sentimientos que Leandro sentía por mí.

Volteé una vez más. En la cuarta hoja, en la parte superior y en el medio, decía "Instrucciones". Había cinco en total.

1.      Cada uno de los poemas y cuentos tiene un título en específico. Ejemplo: "Léelo cuando te sientas desolada".

Dime que me AmasWhere stories live. Discover now