🔸️☀️capitulo IX☀️🔸️

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-¡Esto es increíble, me dejaran entrenar!-exclame con emoción en mis palabras. Una gran sonrisa se extendía por mi rostro

-se que quieres entrenar campeón, pero debemos tener el visto bueno de Quirón, por tu edad, aunque hayas entrenado, aún eres un niño de unos seis años.-hablo el capitán intentando hacerme entender que quizás Quirón no aceptaría.

-si, lo entiendo, pero quiero hacerlo, el entrenamiento ya es una rutina de todos los días y que me lo nieguen no me gustaría mucho.-y es cierto, no hay día que no entrene al menos unas dos horas.

-esta bien, intentaremos persuadirlos un poco, y si no ,pues, tendrán que ser clases particulares.-el ojiazul me guiño el ojo de forma cómplice.

-si tiene que ser así, entonces hay que planear un poco el cronograma desde un comienzo ¿no?-una sonrisa cómplice se asomo en mi rostro.

-me agradas como piensas Nawaki. Espero que seas mi hermano. Podríamos hacer un poco de contrabando si te unes al negocio.-Su mano palmeo mi hombro-y si no eres mi hermano, de todas formas la invitación esta en pie.-

-lo tomaré en cuenta.-ambos nos sonreímos antes de comenzar a caminar hasta la casa grande

Caminando por el verde césped mientras saludamos a los pocos campistas que se comenzaban a despertar a estas horas de la mañana. Casi todos ellos hijos del dios del sol. Tuvimos que cruzar el pequeño río que salía desde el lago de las canoas para así estar a algunos metros detrás o adelante, como ustedes quieran verlo, de la casa grande, una enorme casa de dos pisos pintada de un bello color azul con bordes blancos tenía entrada y salida por ambos lados teniendo un porche que la rodea completamente dando vista hacia el campamento a la vez que el se podía ver el bosque de Long Island

Al entrar, subimos por el porche que daba hacia el campamento en donde se encontraba Quirón junto a Dionisio los cuales tenían dos tazas de te cada uno junto aún par de tostadas en una pequeño cuenco de mi mimbre y un frasco de mermelada los acompañaba

Cuando subíamos las escaleras de madera, el hombre en sillas de rueda nos miró y nos sonrió. El señor D solo despego su mirada del catálogo de vinos por un segundo antes de regresar a las páginas de la revista en sus manos

-ho, buen día Anthony, Nawaki-saludo-¿que es lo que los trae aquí tan temprano?-nos pregunto

-Buenos día Quirón/ Quirón-san, Señor D-saludamos al mismo tiempo a los dos seres sobrenaturales que estaban delante de nuestros ojos-ambos veníamos a hacerte una petición, bueno, más yo que Anthony pero es la misma cosa-

-siéntense por favor, no se queden parados-nos pidió. Nosotros no sentamos en las sillas. Me senté al lado del señor D y el hijo de Hermes se sentó junto a mi-¿quieren una taza de te? Aun no es la hora del desayuno-ofreció

-si, por mi parte quiero un poco si no es mucha molestia-el rubio también le pidió. El centauro asintió antes de ingresar a la cabaña en busca de la tetera . Unos minutos después regreso con dos tazas humeantes y colocarlas delante de nosotros lo cual se lo agradecimos

Le di un sorbo para probar la infusión

-mmm, muy rico, ¿te inglés?-pregunte ante el sabor familiar en mi paladar

-si, así es, con un toque de canela y miel. Aún nos queda de la última vez que estuvimos en Inglaterra. Para que no pierda su aroma junto a los sabores el señor D lo pone en estasis con un poco se magia-

-¿Un hechizo de estasis? ¿Cual de todos? ¿El latín, italiano o el griego? Son los mejores para conservar y no caducan en un par de décadas y si lo hace el señor D entonces aguatara más-Los tres presentes me miraron un poco impresionados.

renacer en un mundo semidivino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora